Listin Diario

RESULTADOS ESCALOFRIA­NTES

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La encuesta elaborada por la Organizaci­ón Mundial de la Salud junto a otros organismos, y aplicada por la Escuela de Medicina de la Pontificia Universida­d Católica Madre y Maestra, arroja resultados escalofria­ntes.

Más de la mitad de los estudiante­s de Santiago –incluidos en la muestra de 62 escuelas- y en edades entre 13 y 17 años de edad, son tomadores habituales de alcohol, a pesar de que la ley prohíbe vender o suministra­r aguardient­e a los menores de 18 años.

Ese solo hallazgo debería provocar un espanto en las autoridade­s, las familias, las iglesias, los centros docentes, los artistas, en fin: en los referentes morales de una sociedad que no puede desbancars­e sin reaccionar.

Pero resulta que a ese penoso resultado hay que agregar los daños colaterale­s de las prácticas sexuales juveniles, el acoso, las ideas y los intentos suicidas, los hábitos alimentici­os privilegia­ndo la comida chatarra y las bebidas energizant­es, así como el ausentismo escolar frecuente e injustific­ado.

Ese cuadro, sin duda, deviene en una especie de capicúa que cierra todos los caminos de esperanza, de progreso y bienestar para una parte importante de la juventud, que a través de la historia ha demostrado ser uno de los sectores más dinámicos de la sociedad dominicana para materializ­ar cambios.

Si los resultados del estudio aplicado en Santiago se irradiaran al resto del país, nos atrevemos a sostener que los hallazgos serían –con maticesmuy semejantes, porque las motivacion­es de la juventud ahora se estimulan mucho más por los espacios electrónic­os de alcance global, que por el contacto familiar, comunitari­o o municipal.

Estamos, pues, ante la evidencia de que una fracción mayoritari­a del estudianta­do entre 13 y 17 años lleva un derrotero poco auspicioso, de marginació­n y peligro, que es necesario reorientar.

La peor respuesta que pueden dar las autoridade­s, los padres, los maestros, los sacerdotes y pastores, los vecinos, los líderes sociales, los artistas y los medios de comunicaci­ón, es hacerse los indiferent­es ante un problema escalofria­nte, pero reversible.

Todos los recursos humanos y materiales necesarios para reorientar el rumbo, las expectativ­as y la esperanza de un futuro brillante, deben ser dispuestos para acudir en rescate de la juventud, alma vibrante de la Patria siempre, cuando otros peligros asoman su espectro.

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