RECHAZAN DOS RECURSOS CONTRA EL JUEZ ORTEGA
La presidenta de la sala penal de la Suprema Corte de Justicia (SCJ), Miriam Germán Brito, ha demostrado que no es una jueza que se limita a hablar por sentencia. En su trayectoria judicial de 44 años, ha hecho reproches por escrito, ha respondido a cuestionamientos, y ha dejado constancia de su firme postura frente a diversos acontecimientos, especialmente en defensa de su clase, al parecer sin importarle que sus posiciones le generen un enfrentamiento público al más alto nivel.
Las sendas cartas que ha enviado al presidente de la Suprema, Mariano Germán Mejía, y al procurador Jean Alain Rodríguez, a raíz de posiciones del ministerio público en torno al caso de los sobornos de Odebrecht, no ha sido la única vez que ha utilizado esa vía para criticar con responsabilidad y coraje actuaciones que ha considerado inadecuadas.
Hace 25 años, le envió una carta al entonces presidente de la República, Joaquín Balaguer, en la que le respondió enérgicamente por algunos insultos y dudas por una sentencia que emitió a favor de un colombiano. Germán Brito le enrostró al entonces mandatario que si emitió una sentencia favorable posiblemente fue porque los hechos imputados no fueron demostrados, y no a una actuación contraria a los intereses de la sana administración de justicia. En la comunicación del 15 de septiembre de 1993, la magistrada le dijo a Balaguer que solo cuente con su sentencia condenatoria “cuando el Ministerio Público cumpla su obligación de probar y los que investigan dejen de acomodar expedientes para luego rasgarse las vestiduras”. Le señaló que los principios son para ser aplicados independientemente de la valoración que le merezca el eventual beneficiario. Indicó en esa oportunidad que solo pretende hacerlo sin pasión, pero también sin miedo, porque no está entre sus deberes enviar a un ciudadano a la cárcel por un mero indicio y una simple sospecha. “Le escribo sencillamente porque teniendo hijos conocidos quiero que les conste que su madre no tuvo formación, ni temperamento para callar ante el insulto gratuito, importando poco la jerarquía de quien lo profiriese, ni para dejar al incierto de una página en blanco la respuesta responsable”, puntualizó Germán Brito en esa comunicación.