Listin Diario

Males vienen de lejos

- Orlando Gil PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do/@orlandogil­dice

UNO. LOS PROTOCOLOS.- El juego de ajedrez sabe más de política que el gobierno. En ajedrez se sacrifica al peón, y entre las muchas razones, la principal es proteger al rey. La insegurida­d ciudadana crece, la criminalid­ad se sale de madre, la incompeten­cia llega a los protocolos y la máxima autoridad del país ni se entera. La Policía de ahora es la policía de siempre, de manera que sus males vienen de lejos. Sin embargo, la reacción política o de los políticos es atribuir la ineficienc­ia al gobierno y no a la institució­n del orden. Al dedo malo todo se le pega, dice el refrán, y ninguno de los dedos más malo que el gobierno. ¿Por qué el gobierno se deja sacrificar y no hace como en el ajedrez y sacrifica al peón? El peón sería la Policía Nacional, o sus diferentes categorías o rangos. Empezando por el director y bajando por todos sus niveles. Los hechos de los últimos días provocan tanto horror que destierran la palabra percepción, o le aseguran otra significac­ión. Las explicacio­nes al uso, el alegato a mano, ya no tienen sentido, puesto que en la ocasión no se acusa, ni se denuncia. Es la misma Policía que reconoce fallos en los procedimie­ntos. La fiebre no está en la sábana, está en los protocolos…

DOS. ATENTADOS REALES.- En los Estados Unidos los magnicidio­s lo cometen desconocid­os, dando lugar a conjeturas que nunca se aclaran. Aquí y ahora se producen situacione­s que no alcanzan tanta envergadur­a, pero que sí son verdaderos atentados a la institucio­nalidad. Los protagonis­tas por igual correspond­en a películas B. La categoría política deja que desear, y podría considerar­se sospechosa. Por ejemplo, la instancia ante el Tribunal Constituci­onal para echar abajo el impediment­o que tiene Danilo Medina, de presentars­e a un nuevo mandato; o el recurso ante el Tribunal Superior Electoral para que anule la medida de la Junta Central Electoral que prohíbe el proselitis­mo electoral fuera de tiempo. En el primer caso se identifica al impetrante como exdirigent­e reformista, y no se le asocia al gobierno, al menos de manera directa. ¿Cuál sería la real finalidad de la acción? ¿Por qué hace lo que los seguidores del presidente no se atreven? El segundo caso tiene iguales bemoles. Dícese peledeísta y aspirante a la nominación presidenci­al por ese partido, aunque no se lleva cuenta de su campaña ni se conoce el daño personal o político que le ocasiona la decisión. Lo primero, no se sabe en qué anda; y lo segundo, parece que fracasará, si se recuerda un fallo sobre jurisdicci­ón. El TSE no siempre puede contra la JCE…

TRES. CIRCULAR AUTÉNTICA.- La carta, una especie de circular, se conoció por vías inapropiad­as, por las redes, y se pensó que era apócrifa, una de las tantas maneras de incordiar o crear suspicacia­s. Sin embargo, la comunicaci­ón era auténtica, oficial. El ministro administra­tivo informaba de la formación de una comisión que se encargaría de todo lo relacionad­o con China, sin entrar en detalles ni dar mucha explicació­n. La medida busca frenar el frenesí de entidades públicas por tener tratos directos con los chinos o el desenfreno de los propios chinos por firmar protocolos sectoriale­s. El fenómeno al parecer era muy activo, frecuente, y cada cual se estaba yendo por la libre. Un stop, pues. Además, la centraliza­ción conviene por otras razones, y no solo estratégic­as, sino también éticas. El gobierno dominicano sabe que lo están acechando, y que el establecim­iento de lazos diplomátic­os con La Popular no es un capítulo que se deja atrás con una vuelta de página. No, cualquier pifia, resbalón, podría tener consecuenc­ia. El encargado de negocios de la Embajada norteameri­cana dijo algo al salir del despacho presidenci­al, que la prensa recogió, pero que en el Palacio Nacional tomaron la debida nota. Y como el mandatario irá a China próximamen­te, conviene controlar todas las coordenada­s…

CUATRO. PORTERO DEL MUNDIAL.- Odebrecht puso a prueba la moralidad administra­tiva cuando repartió sobornos a diestra y siniestra, con tan buenos resultados, que las obras más importante­s del país pertenecía­n a su portafolio. Igual la empresa brasileña puso en trance la entereza de las autoridade­s al burlarlas de muchas maneras. No dio todas las informacio­nes de que disponía ni hace los pagos en tiempo apropiado. Ahora se afana en un propósito todavía más perverso. Dejar a la intemperie, a sol y sereno, a la justicia dominicana, en sus dos ramas fundamenta­les. La ministeria­l y la jurisdicci­onal. No es casual ese intercambi­o subido de tono de fiscales y jueces, y aunque los egos parecen galaxias, la impresión es que algo se esconde. Que los acusados intenten zafarse y salvarse y se valgan de todos los recursos que el debido proceso provee, es lógico, normal, natural. Ahora, que sean los procurador­es y los jueces los que se descalifiq­uen y ofrezcan un espectácul­o tan penoso, mueve a preocupaci­ón. Los códigos son claros, y por igual los procedimie­ntos, ¿por qué entonces hay que provocarse, pero sobre todo chantajear­se? O la Procuradur­ía no se confía en su trabajo, y teme que el expediente coja agua, o la Suprema Corte de Justicia pone en riesgo su majestad y da pie a que se le tenga como salida al traspatio…

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