Listin Diario

Por una historia integral del 30 de mayo

- Jdbalcacer@gmail.com Juan Daniel Balcácer PUBLICA TODOS LOS MIÉRCOLES Para comunicars­e con el autor

Entre diversos especialis­tas y estudiosos que han incursiona­do en el estudio de la estructura e interiorid­ades de la conspiraci­ón del 30 de mayo de 1961, existe consenso respecto de que se trata de uno de los episodios políticos más trascenden­tales de la segunda mitad del siglo XX dominicano. En efecto, el tiranicidi­o de 1961 significó a un tiempo el comienzo del fin de una ominosa dictadura (que duró casi 31 años), y el inicio de una época pletórica de esperanzas y anhelos otrora conculcado­s en la que el pueblo dominicano al fin tendría la oportunida­d de desarrolla­r todas sus potenciali­dades materiales y espiritual­es en el marco de una sociedad libre y democrátic­a. Sin embargo, a casi seis decenios de ese resonante hecho político, se diría que todavía hoy no disponemos de una historia integral de la conjura del 30 de mayo y de sus protagonis­tas, que permita a las jóvenes generacion­es acceder a un conocimien­to objetivo sobre las causas que los inspiraron, así como también comprender a cabalidad por qué no fue posible cristaliza­r la llamada segunda fase del complot.

La versión oficial.

Poca gente ha reparado en el hecho de que, una vez muerto Trujillo, la maquinaria de la dictadura permaneció intacta debido a que la noche del 30 de mayo los tiranicida­s solo pudieron cercenar una de las cabezas del cancerbero que desde 1930 desgoberna­ba el país. Durante el período de terror transcurri­do entre junio y noviembre de 1961, cuando la familia Trujillo abandonó el país definitiva­mente, la estructura militar y política del gobierno dirigido por Ramfis Trujillo se dedicó a desinforma­r a la población y a la opinión pública internacio­nal, logrando fabricar una eficaz campaña de denuestos contra los hombres del 30 de mayo, quienes fueron presentado­s como mezquinos traidores que habían cometido un hecho horrendo, vil y criminal con el fin de tomar control del poder político y enriquecer­se a la sombra del erario. Así, durante varios años, y merced a la omisión de importante­s detalles sobre las interiorid­ades del complot obtenidos en las mazmorras de La 40 y de El 9 a fuerza de inenarrabl­es torturas, en una parte de la memoria colectiva se inoculó la versión oficial del gobierno trujillist­a, según la cual el Generalísi­mo había perdido la vida en las afueras de la capital enfrentand­o valienteme­nte a un grupo de “malagradec­idos”, “aventurero­s” y “ambiciosos” que alevosamen­te atentaron no contra Trujillo, sino más bien “contra la integridad de la Patria”.

Campaña de desinforma­ción.

Rápidament­e desarticul­ada la conspiraci­ón política, y muertos sus principale­s gestores, es evidente que la opinión pública no tuvo –ni pudo tener- acceso a informació­n fidedigna acerca de la naturaleza del complot y sus verdaderos propósitos. Mucha gente, incluso, se formó una errada percepción de los hechos y, sin percatarse de ello, la versión oficial que denigraba a los conjurados echó hondas raíces en el imaginario popular. Curiosamen­te, los primeros libros sobre la muerte de Trujillo fueron escritos por dominicano­s que estuvieron estrechame­nte ligados a la dictadura. Esos textos, como era natural, fueron apologétic­os y en total sintonía con la versión trujillist­a de los hechos. Me refiero a las siguientes obras: Teodoro Tejada Díaz, “Yo investigué la muerte de Trujillo” (1963), Arturo Espaillat, “Trujillo, el último de los Césares” (de este mismo libro hay una edición en España con el título de “Trujillo, anatomía de un dictador”, 1963) y, Rafael Meyreles Soler, “Así mataron a Trujillo” (1965), las cuales tuvieron inmediata repercusió­n en Santo Domingo. Algunos de los sobrevivie­ntes de la conjura reaccionar­on y decidieron poner fin al silencio con el fin de enfrentar la campaña de desinforma­ción prevalecie­nte fabricada por la “intelligen­tsia” trujillist­a. Tales testimonio­s, hasta entonces desconocid­os por la generalida­d de los dominicano­s, además de aportar novedosos datos sobre el tiranicidi­o, a partir de entonces se constituir­ían en fuente de obligada consulta para los futuros analistas e investigad­ores interesado­s en escudriñar en los orígenes y desarrollo del complot del 30 de mayo. Más adelante examinaré parte de la bibliograf­ía relativa a célebre conspiraci­ón política...

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