Importancia de la carencia
cualquier retraso o contratiempo, pero viaja. Después del 23, todo lo relacionado con viajes, estudios o nuevos programas se sacude pero sales a flote gracias a tu gran positivismo. Confía en el consejo de un experto y pon tu dinero a ganar más dinero. El amor es otro terreno donde no te sientes seguro. Exige sinceridad y sé sincero tú también. Tienes la bendición para triunfar y tener el éxito que buscas. No temas a los cambios que se apróximan. Todo será para tu bien. Números de la suerte: 5, 37, 27 En mi casa nunca ha faltado pasta dental, papel higiénico, agua, jabón, porque siempre tengo el sustituto. O sea, mis hijas nunca se dieron cuenta que faltaba algo, hasta un día que hice una prueba. Se acabó la pasta dental, y la exprimieron tanto con un cuchillo que el revestimiento blanco de la misma se le fue quitando y solo se veía el color aluminio en el tubo. Me dijo una de ellas que, se había terminado la pasta y le contesté que no había dinero (tenía una guardada). Luego le dije que en la nevera había limones y en el gabinete de la cocina bicarbonato de sodio y me contestó que nunca se había cepillado con limón porque es agrio y el bicarbonato no lo había probado. Le contesté que un par de días sin cepillarse sin pasta no era problemas, que compraran una menta y problema resuelto. Le hice el cuento de mi padre, aún viviendo en Puerto Plata, que lo vi un día cepillándose con carbón y tenía la dentadura impecable. En otra ocasión ellas querían ir a Plaza Central en su apogeo y les dije que no tenía dinero, pero se me prendió el bombillito y nos fuimos en dos carritos y con 250 o 150 pesos (en 1994), disfrutamos muchísimo. Les dije con mucha alegría que esa tarde íbamos a hacer un viaje imaginario a varios países en el cuarto piso de la Plaza y que comeríamos la tradición de algunos países. Primero viajamos a México y compramos un taco. Lo degustamos a mordidas, explicándole su procedencia, luego un pedazo de pizza (solo le di una mordida, porque a las chicas les encantaba), pero me la empaté con un “niño envuelto”, les expliqué su procedencia y cuando lo partí no quisieron probarlo y yo feliz. Luego un quipe y le dieron su par de mordidas. Al final compramos una gaseosa para las tres. El ser humano aprecia las cosas cuando no las tiene y ellas me decían que yo siempre estaba justificando todo. Parece que Nathalia, la mayor, desde esa época tenía guardado algo en su interior y lo externó a finales de los 90 cuando nos bajamos de una de las guaguas oxidadas que viajan a Haina: “Usted con su cultura nos va a volver locas”, esa expresión me sorprendió y me exploté de la risa por su repentismo.