La victoria de López Obrador
Si la victoria del Morena, o el Movimiento de Regeneración Nacional, de Andrés Manuel López Obrador, fue tan apabullante, el mandatario electo debe dar las gracias a las acciones del presidente actual, Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional, mejor conocido como el PRI.
Los mismos miembros del tradicional partido mexicano han criticado a los compañeros por el alto nivel de corrupción gubernamental, una violencia vergonzante y descontrolada, además de las desigualdades sociales, a pesar de una economía en crecimiento.
Es sorprendente que mientras los últimos presidente electos en América Latina provienen de la derecha, entre uno que otro caso de victorias producto de las “indelicadezas” de turno, en las últimas elecciones mexicanas se impuso la izquierda y de qué manera.
El mapa electoral mexicano ha cambiado radicalmente. Morena podrá gobernar con mucha facilidad porque no solo ganó la mayoría de las gobernaciones en juego, sino que también controlará tanto el Senado como los diputados en el Congreso, lo cual facilitará los cambios de tipo sociales y políticos que el mandatario electo desee realizar. Dentro de las promesas de campaña se encuentran: la lucha contra la corrupción, muy criticada por su ampliación durante la administración de Peña Nieto; continuar la guerra contra la droga y controlar esa violencia que ha desangrado muchas partes de la nación. Como ejemplo, el caso de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en la localidad de Iguala, estado Guerrero, al sur del país, desaparecidos el 26 de septiembre de 2014. Todavía se desconoce la suerte exacta. Además, luchar contra los robos, extorsiones de delincuentes, controlar las bandas organizadas, los ataques contra la prensa y los múltiples asesinatos de periodistas y políticos.
López Obrador empezó por demostrar que será un presidente diferente. Aseguró que ganará menos dinero, no utilizará el avión presidencial y no vivirá en la residencia oficial de Los Pinos.
Lo más chocantes es que pretende renunciar a la seguridad, en un lugar donde la violencia viene desde cualquier esquina.
Hasta Donald Trump está contentísimo porque le solucionará el problema de la inmigración ilegal en la frontera. La fiesta está en pie. El trabajo real empieza el primero de diciembre de 2018.