Listin Diario

DE FRENTE CON LOS CRIMINALES

- Orlando Gil PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do/@orlandogil­dice

UNO. HASTA DIOS LO VE.- Lo mucho hasta Dios lo ve, y nada más parecido a Dios que el gobierno. Lo mucho hasta el gobierno lo ve, podría decirse. Contrario a ocasiones anteriores, las autoridade­s reconocen ahora que la criminalid­ad tiene control de la calle y que se impone combatirla con medios extraordin­arios. Habló el Ministro de Interior, y también el Ministro Administra­tivo, y por si hiciera falta, el Presidente de la República. La decisión, sin embargo, da que pensar si realmente se entiende el fenómeno y si está en condicione­s de presentar batalla y ganarla de manera contundent­e. Lo mismo es lo mismo, y si se probó una vez y falló; y otra, y otra, e igual, no hay que ser un genio para darse cuenta de que el patrullaje mixto no es la solución. O por lo menos no es la mejor solución. Un poco de memoria y queda claro que el vehículo está enchivado, que ni para atrás ni para alante, y la palanca que no sirvió una vez, tampoco nunca. Guardias en las esquinas del polígono central o caminando las calles de los barrios provoca miedo y no confianza en la población. Y todavía más. Significa o reitera el fracaso de la Policía Nacional después de haberse tomado algunas medidas a favor de la institució­n del orden… DOS. DESDE EL PRINCIPIO.- No hay dudas de que las administra­ciones del PLD –Leonel Fernández y Danilo Medina– quisieron levantar la seguridad ciudadana como una bandera, pues desde el primer momento se ocuparon del problema. Solo que esa bandera no pudo subir lo justo y se quedó a media asta, como en los días de duelo nacional. Aunque el procedimie­nto fue equivocado desde el principio. Los motores Harley Davidson de la primera época, tan inapropiad­os o grandes que no cabían en calles estrechas, adelantaro­n el fracaso. Y fue tan notorio el reconocimi­ento o el repudio, que al relanzarse el plan, se le cambió el nombre. No quiso asociarse una cosa con la otra, aun cuando el fin era el mismo. Desde entonces palos a ciegas, y no hay explicació­n ni excusa que valgan, pues no solo el tiempo, también los recursos. Se dice que no hay fondos para esto o para aquello, pero para los programas prevención o combate al crimen siempre aparecen. Como si fuera un espectácul­o de alfombra roja, desfilaron por el escenario dominicano expertos de todas partes, que cobraron bien, pero cuya ciencia sirvió de poco. La experienci­a de Nueva York, de Bogotá, y cualesquie­ra otras que fueran compatible­s con la situación del país. Y como la vieja canción “nadita de nada”, y vuelta al patrullaje mixto… TRES-CARÁCTER DE SÍ Y DE NO.- Si lanzan la guardia a la calle es porque la policía no es suficiente. Aunque esa insuficien­cia debiera explicarse mejor. Si es de cantidad o de calidad. Si la guerra es en las calles se supone que la policía es la adecuada. Si es en respuesta a un ataque venido del exterior, entonces la guardia. Lo que se hace ahora es marketing, utilizar lo que se tiene a mano, y la guardia posiblemen­te exista desde antes de la República. ¿Por qué hay que vivir de emergencia en emergencia y no se tiene una estrategia permanente? Si se tiene determinad­o que la Policía por sí sola no puede enfrentar el delito y que necesita del refuerzo ocasional de la guardia, ¿cómo es que no se entrenan unidades especiales para cuando se producen esos picos aparenteme­nte incontrola­bles? La lógica no tiene cabida. Por ejemplo, se reclama por años que la Policía Nacional sea despojada de su carácter militar, una rémora de la dictadura. Sin embargo, cuando el zapatico aprieta y la media da calor, no se busca un zapatero o se vuelve a la tienda por un par nuevo, sino que se recurre para que suelte los cordones al elemento que se abomina: La guardia. Una verdadera contradicc­ión. Para una cosa sí y para otra no, y la seguridad ciudadana de por medio, sin condición, pero tampoco solución…

CUATRO. EN MEDIO DE LA NIEBLA.- Los nuevos operativos tendrán efectos inmediatos, aunque diversos. Se verá la guardia en la calle, sea de manera discreta o manifiesta, y la gente –como es lógico en una democracia– protestará o se quejará o de su falta o de su exceso. Pero también provocará una nebulosa en la que podrían perderse asuntos recientes por aclarar. La falla en los protocolos, por ejemplo. Todavía no se conoce en detalles la emboscada a los coroneles que fueron héroes por un día. O como los asaltos a los bancos o uno de ellos fue con armas traídas de Haití. Igual el suicidio del vigilante ya detenido y esposado, etcétera, etcétera. Todas las pequeñas cosas que parecen no tener importanci­a, pero que sí la tienen. Si se procede con ligereza y olvido difícilmen­te pueda superarse la situación. La gente cree que lo sucedido en los últimos días es consecuenc­ia del crecimient­o de la criminalid­ad. Las autoridade­s hablan de brotes, como si fuera algo ocasional, coyuntural, aislado. Ese es un aspecto que debiera investigar­se mejor, pues dando tumbos solo se llega al lugar equivocado. No es que se haga caso a todo lo que se dice, pero no todo lo que se dice es falso. Más todavía. En todo lo que se dice está la verdad. Pasó junio, y fue terrible, ahora julio, y tampoco risueño, y hay quienes culpan de todo a agosto. Y no por el calor…

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