EL ALMA
“No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal”. Mt. 9. 12.
Jesús recurrió a esta metáfora para responder a las preguntas capciosas de los fariseos cuando lo vieron entrar a casa de Mateo, un recaudador de impuestos escogido por Él para ser su discípulo. Mateo hizo una celebración e invitó a sus amigos y colegas, “pecadores”, les llamaron los fariseos. Se trataba de hombres de negocios, comerciantes, arrendadores de espacios públicos, en fin, gente de alto nivel de influencia y al mismo tiempo, entregados a lo material. ¿Cómo era posible que el llamado mesías, el Hijo de Dios se mezclara con esa gente? Difícil de entender para los críticos y los apropiados de la moral; sin embargo, la visión de Jesús estaba por encima de ellos: quedarse en el círculo de sus seguidores no haría crecer el reino de Dios, no daría salvación a otros; estar con los otros, amarlos, aceptarlos, conquistarlos, tocar su conciencia y sus almas, les permitiría la transformación. Parece lógico, ¿verdad? Preguntémonos si a nosotros también nos parece lógico y no cuestionamos a los que hoy quieren cambiar desde dentro: desde dentro de la política, de las artes, del barrio, de los sectores de poder, de las prostitutas, de los que están perdidos y desamparados. Hoy también el planteamiento es lógico, así que dejemos de cuestionar: hoy también el planteamiento es un monumento a la misericordia, al amor.