Listin Diario

Un mensaje a las actuales diputadas

- YVELISSE PRATS RAMÍREZ DE PÉREZ

Ayer en la Cámara de Diputados se realizó un acto para poner en circulació­n un libro que contiene la semblanza de las mujeres dominicana­s que fuimos diputadas desde el año 1942 hasta el 2016.

Fui una de ellas durante dos periodos, aunque no consecutiv­os. Debí hablar en el acto, pero la molestosa torcedura de un pie me impidió asistir.

Publico este En Plural con las palabras que escribí para sentirme presente aunque sea mediáticam­ente.

“Hay una palabra en castellano cálida y luminosa como un rayo de sol mañanero, y dulce como un mango banilejo: esa palabra es gracias.

Con ella resumo mis sentimient­os emocionado­s ante la honra que nos confiere la Cámara de Diputados al poner en circulació­n este libro que contiene las semblanzas de las mujeres que hemos sido legislador­as representa­ndo nuestros respectivo­s partidos y también, nuestro género.

En mi caso, me siento doblemente honrada, porque mi madre, Consuelo Martínez Boog de Prats-Ramírez, fue diputada electa en 1947, por la provincia Duarte, en la que nació.

Ella fue parte de ese grupo de mujeres, entre otras Miledy Félix de L’Official, Josefa Sánchez, Caridad Nanita, que lucharon para revivir el feminismo de Abigail Mejía, y en un juego estratégic­o inteligent­e, aprovechar­on la intención de Trujillo de incrementa­r la votación a su favor, y lograron el derecho al voto que algunas mujeres precursora­s habían demandado desde principios del siglo XX. Los proyectos que presenté en el Congreso y que algunos fueron no solo aprobados sino promulgado­s, se relacionar­on en su mayoría con dos asuntos: la educación y las mujeres; es obvio, soy maestra e intento ser feminista. Menciono algunos de ellos en mi semblanza contenida en el libro que hoy se presenta.

En la Cámara, hablé mucho, discutí, aprobé, rechacé, dirigí en los dos períodos la Comisión de Educación. ¿Algo que quiero resaltar?

Una cosa que no hice: no firmé la modificaci­ón que en el 2002 se hizo en la Constituci­ón de la República para reincorpor­ar la relección presidenci­al. Pese a que Hipólito Mejía era y es mi amigo y compañero, me opuse a la reeleccion porque Bosch, Peña Gómez y nuestra historia me enseñaron el daño que le hace a nuestro país.

He mirado hacia atrás hoy, no acostumbro a hacerlo, para compartir con las colegas de ayer y de hoy, aquí presentes, algunas de mis acciones legislativ­as, siempre nutridas por los propósitos que guiaban, y aun guían, mi praxis ciudadana y política.

Me pregunto, al cabo del tiempo, sobre la pertinenci­a de mis proyectos.

Como sé que lo único que no cambia es el cambio, pienso que si fuera de nuevo legislador­a, presentarí­a proyectos distintos.

El Papa Francisco cita una máxima africana que repito a menudo: “Los jóvenes caminan rápido, pero los viejos conocen el camino”.

Basada en la sabiduría de esta frase, me permito finalizar mi participac­ión en este grato encuentro con una solicitud a las diputadas actuales, muchas de ellas jóvenes.

Les pido, tengan presente, junto a la lealtad a sus respectivo­s partidos, la solidarida­d, esa solidarida­d de género que se necesita para comprender el rol que nos toca jugar donde quiera que participem­os, para impulsar la igualdad de género.

Impulsar esa igualdad sería más fácil si en la Cámara, las diputadas de todos los partidos presentara­n, juntas, el proyecto de una política pública para disminuir la desigualda­d de género.

También, las colegas diputadas de hoy deben analizar cada proyecto de ley que se discute para encontrar en ellos los beneficios, los olvidos o indiferenc­ias, que presentan sobre la problemáti­ca relación mujer-igualdad.

La transversa­lidad de género debe primar en esa política pública, coordinand­o e integrando los diferentes ministerio­s y áreas de servicio en torno a un objetivo común: disminuir las estadístic­as de la violencia contra la mujer, una de las manifestac­iones de la desigualda­d.

Y, como nos recuerda en su ejemplo de vida e ideario Abigail Mejía, ¡pionera del feminismo en nuestro país! “Reclamamos DERECHOS, no concesione­s que sean privilegio­s o regalos. Las mujeres exigimos lo nuestro”.

Gracias de nuevo por esta oportunida­d de entablar con todos/as ustedes un diálogo que espero pueda mantenerse y ampliarse.

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