Listin Diario

Descubrir al carpintero

En el evangelio de Marcos 6, 1-6 aparece un caso parecido. Jesucristo, el Señor, volvió a Nazaret, su pueblo. Fue donde su gente.

- Luis García Dubus

“Cuentan como un chiste que en un funeral estaban diciendo tantas cosas buenas acerca del difundo, que la viuda presente llamó a un hijo y le dijo: “Chequea que es tu padre quien está en ese ataúd, o es que nos hemos equivocado de entierro”.

Es lo que alguien finalmente dijo: “La verdad es que, como dice el refrán, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.

Habíamos descubiert­o por entero cuánto valía la compañía de aquel amigo, cuando ya era tarde para disfrutar de ella.

Parece que resulta muy difícil apreciar los valores de una persona cuando uno la tiene demasiado cerca.

En este momento, a usted y a mí nos puede estar pasando esto con alguna persona cercana.

¿Tendremos que esperar hasta cuando ya no haya tiempo?

En el evangelio de este domingo (Marcos 6, 1-6) aparece un caso parecido. Jesucristo, el Señor, volvió a Nazaret, su pueblo. Fue donde su gente.

Allí todos lo conocían desde chiquito. Conocían a María y a todos sus parientes. Para ellos, Él era simplement­e “el carpintero”. Y no supieron apreciarlo.

Fue entonces cuando el Señor produjo esta frase que todos co- nocemos: “Solo en la Tierra, entre sus parientes y en su casa desprecian a un profeta. (Marcos 6, 4)

La consecuenc­ia de esto fue que: “No pudo allí hacer ningún milagro... Y se extrañó de su falta de fe”. (Marcos 6, 5-6)

Me resulta interesant­e ver como la falta de fe puede bloquear al Señor. Bloquear su potencia. Bloquear su influencia. Bloquear su eficiencia.

Le propongo que esta semana nos metamos a “descubrido­res”. Siento la seguridad de que, si usted ha leído este artículo con interés, el Señor se le manifestar­á en alguna forma esta semana. Yo voy a estar atento para “descubrirl­o”, y le propongo a usted también que lo esté.

La pregunta de hoy ¿Dónde puedo descubrir al Señor presente?

Aunque hay muchas maneras, voy a sugerirle una: cuando Él se nos manifieste a través de alguien.

Y para esto vamos a considerar en especial tres cualidades del Señor. compasión, humildad y actitud de servicio.

Si usted esta semana tiene contacto con alguien que le presenta alguna ayuda desinteres­ada, reconozca allí al Señor pensando en usted con una sencilla actitud de servicio.

Si usted se encuentra con una persona en quien ve usted una actitud de modestia, de bondad, de afabilidad y sencillez, (aun tenga condicione­s económicas y sociales altas), reconozca allí al Señor manifestán­dose con la auténtica humildad.

Y si usted nota una genuina compasión en la actitud de alguien, sepa que sólo la presencia activa del Señor puede producir esto.

Puede ser que el Señor me diga a mí un día: ¿No me conociste en la serviciali­dad de fulano…? ¿No me reconocist­e en la humildad de mengana…? ¿No te diste cuenta de que yo estaba mostrándot­e mi compasión a través de tal y cual…? (Mateo 25)

Así que vamos a estar en actitud de descubrirl­o oculto en los “fulanos”, los “menganos” y los “tal o cual” que tengamos cerca esta semana. En alguno de ellos, se nos manifestar­á el Señor.

¡Ah!, y no se sorprenda si ese “alguien” en quien usted descubre compasión, humildad o actitud de servicio esta semana, sea... ¡usted mismo!

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