Aprovechar tiempos de tormenta
La vida tiene instantes en que sientes mucha agitación, como si fueran tormentas que poco a poco se convierten en huracanes, y a medida que pasan los días te vas sintiendo un poco cansado y sin ánimos de continuar. Recuerdo que de niño siempre imaginaba las cosas que quería y cuando no resultaban sentía enojo y deseos de hacer una rabieta, igual nos sentimos cuando las cosas no salen como planeamos; en el fondo somos esos niños deseando atención de aquellos que representan alguna idea de familiaridad, solo que los roles han cambiado de muchas formas, y ya no habitas en un cuerpo de niño sino que tienes una edad y un cuerpo diferente, pero tu “yo” interior sigue siendo el mismo, aunque el tiempo haya pasado.
Las tormentas muchas veces arrecian muy a pesar de que las dinámicas de la vida cambien con el tiempo, a veces llegas a sentir como si las cosas en lugar de llegar a un punto de equilibrio llegan más a un punto de desventaja y de dolor y es ahí cuando las personas tienden a desesperarse y ven todo con ojos negativos, se estacionan en medio de la tormenta y se sienten llenos de incertidumbre. En una ocasión que atravesaba tiempos como esos encontré un amigo que me dijo que debía de cambiar de perspectiva con respecto a la situación: “Que en lugar de sentirme rabioso por la forma como las cosas pasaban que empezara a dar gracias por el todo que significaban, que a lo mejor era el preámbulo de algo mejor y que tomara la lección particular y asumiera una actitud de agradecimiento en lugar de desconsuelo y de auto flagelación”. Finalmente las cosas salieron mejor cuando por fin pude cambiar mi actitud con respecto a aquellas tormentas que caían sin cesar sobre mi existencia. Asumí todas aquellas cosas que debía y me dejé sumergir en aquel basto mundo interior que inicia cuando aceptas que eres el único que tiene responsabilidad para que esa tormenta finalmente pase de tu camino.
No es fácil aceptar las cosas que haces porque tu ego siempre quiere hacerte creer que son los demás quienes nos hacen daño, cuando son tus ideas que crean el daño al reflejarlas en todo lo que haces: tu actitud negativa, tu deseo de vengarte de quienes te han lastimado, de destruir todo aquello que te causa dolor, en fin esa energía tan miserable hace que seas tú el que termine en una vida llena de miseria y dolor emocional sin fin. Cuando finalmente aceptas que las tormentas inician en las profundidades de tu mente, cuando asumes una actitud de atención y te permites escuchar a tu maltratada alma y defines qué cosas dentro de tu forma de comportarte ha hecho que las cosas te hayan salido cómo te salieron, cuando empiezas a observarte como el “arquitecto de tu destino” y entiendes que de ti se han generado la mayoría de las emociones que te han dado tantas controversias y contradicciones, comienzas a verte con ojos de compasión hacia ti mismo; por decirlo de alguna forma detienes la lluvia y empiezas a escuchar esa paz que sólo dentro de tu alma puedes encontrar. La tormenta finalmente empieza a disminuir dentro de tu vida espiritual, cuando llegas a ese momento de honestidad total, las nubes de las tormentas finalmente se van e inicias un proceso de paces contigo mismo.