Listin Diario

El debido proceso

- Ruddy L. González PUBLICA TODOS LOS MIÉRCOLES

América Latina vive un estado de ebullición que, por una multiplici­dad de situacione­s tiene a las democracia­s en estado de tensión.

Los gobiernos de Brasil, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Argentina, Haití están en estado de alerta máxima cuando no en peligro extremo.

Y si bien el tema de la corrupción parecía marcar un giro dramático en las críticas y ataques de opositores a gobiernos, políticos y partidos, el caso Odebrecht tuvo un significad­o importante, una coyuntura para grupos de presión, políticos, gobiernos desarrolla­r sus vendettas. Las banderas contra la corrupción y la impunidad, levantadas como símbolo de lucha, quedaron rezagadas por las conspiraci­ones para derrocar regímenes democrátic­os, en las nuevas formas de dar golpes de estado.

En República Dominicana, no obstante, este episodio no fue lo determinan­te para lograr ‘doblarle el pulso’ al PLD y su Gobierno. La desbandada de la denominada ‘marcha verde’ fue una muestra de cómo el levantamie­nto popular, el de aquel 22 de enero, no cuajó, pues se diluyó cuando un grupito de frustrados profesiona­les y políticos montó la disparatad­a locura de aprove- chando la oleada callejera para intentar revocar el poder a los gobernante­s de turno, incluyendo al Presidente de la República, la disolución del Congreso, la Justicia, los organismos electorale­s, o sea, la disolución del Estado.

Con todo y todo, la República Dominicana es la nación que con mayor sentido de responsabi­lidad ha enfrentado el caso Odebrecht, con un acuerdo entre la empresa constructo­ra brasileña y el gobierno así como un proceso judicial abierto, que va cumpliendo los procedimie­ntos del ‘debido proceso’, con un expediente presentado ante el tribunal que tiene en nómina a siete encartados.

Con el cumplimien­to del ‘debido proceso’ con la garantía de un expediente sólido, como lo define y reputa el Procurador General, constituye un contrasent­ido que los ‘protestant­es’ de la denominada ‘marcha verde’ y sectores de la ‘sociedad civil’ lo denuncien y critiquen cuando su demanda es persecució­n a la corrupción y enjuiciami­ento a los ‘responsabl­es’, que es lo que hace la autoridad.

Esos grupúsculo­s pretenden que hayan más ‘culpables’, que ‘fulanito’ si, que ‘fulanito’ no, a su gusto y preferenci­a, por intereses individual­es, por razones políticas.

Por ello, entonces, no me explico como personal del mismo estamento jurídico, del Ministerio Público en su más alto nivel, de la Justicia en su más alto nivel, actúan como entorpeced­ores de este proceso, en vez de ser sus facilitado­res y sus ejecutores en el denominado ‘debido proceso’, que es lo que espera la sociedad sensata y mayoritari­a.

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