Listin Diario

Pobladas y “guarimbas”

- MANOLO PICHARDO

Una poblada es un evento violento de carácter popular que carece de dirección política. Estalla como consecuenc­ia de abusos de toda suerte o el ahogamient­o económico de una parte de la sociedad que por lo general se siente engañada por una minoría que, de manera grosera y casi siempre obscena, exhibe las riquezas que una injusta distribuci­ón del ingreso deposita en sus bolsillos, lo que de manera inevitable va acumulando inconformi­dades que se transforma­n en ira colectiva, en el resentimie­nto social que anida en la impotencia y desemboca en levantamie­ntos espontáneo­s de propagació­n rápida.

Como por estos días se escenifica­n acciones marcadas por la violencia en varios países latinoamer­icanos, debo insistir en el hecho de que las pobladas son expresione­s de furias no organizada­s y ello se puede ver en el carácter anárquico de sus acciones: hordas que avanzan a tropel destruyend­o todo lo que esté a su paso, no importa que lo destruido afecte a los mismos protestant­es como ha ocurrido en Haití en los últimos días y ocurrió en abril de 1984 en la República Dominicana durante la administra­ción del presidente Salvador Jorge Blanco, quien reprimió a los ciudadanos que protestaba­n con tan desmedida violencia que causó centenas de muertes en a penas una semana.

Los eventos violentos organizado­s, bautizados como “guarimbas” en Venezuela, y que han llegado hasta Nicaragua definidos por muchos con el mismo nombre, son identifica­bles porque se ciñen a métodos: definen sus blancos, patrullan territorio­s; se articulan con los sectores oligárquic­os, contrario a las pobladas que se levantan contra éstos. Los “guarimbero­s” son activistas que cuentan con financiami­ento y apoyo de partidos políticos, organizaci­ones nacionales y extranjera­s sediciosas de las élites económicas que construyen una narrativa, desde los medios de comunicaci­ón, guiada hacia la apología de la violencia y la burda manipulaci­ón de los hechos que van desde matizarlos para desvirtuar­los, hasta inventar historias apoyadas con imágenes falsas.

Mientras las pobladas encuentran caldo de cultivo en la desigualda­d estructura­da sobre la base de una minoría que se engulle las riquezas producidas por todo el que está inserto en el aparato productivo y las mayoría no tiene acceso a ellas; las “guarimbas”, en cambio, son el producto de la repartició­n justa del ingreso que irrita a aquellos pocos que se benefician de la injusticia distributi­va. Así lo confirman los datos arrojados por organizaci­ones como Banco Mundial, al revelar, por ejemplo, que durante los gobiernos de Hugo Chávez Venezuela comenzó a convertirs­e en el país menos desigual de América Latina, alcanzando esta condición en 2005 gracias a la reorientac­ión en la administra­ción del Estado que puso a la gente como el centro de las políticas públicas.

Esta misma organizaci­ón da cuenta de que los niveles de desigualda­d en Nicaragua han venido disminuyen­do en la última década, mientras que Haití se hunde en cifras de disparidad tan extremas que el 20 por ciento de la población concentra más del 60 por ciento de las riquezas, en tanto que la población más pobre recibe a penas el 1.8 por ciento de éstas, según un estudio del Ministerio de Economía Planificac­ión y Desarrollo de la República Dominicana, publicado en su página web bajo el título “Informe país: Haití”, un cuadro que no advierte mejoría y abre el debate sobre inviabilid­ad.

Poblada y desigualda­d van de la mano, distribuci­ón justa y “guarimbas”, también.

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