Al mal tiempo... entendimiento
Malos tiempos soplan para el PLD gubernamental. Precisamente para esos vientos de tiempos malos, no es buena cara lo que necesitan los morados, sino mucho entendimiento entre las partes que, enfrentadas en redes sociales, congresos, calles y colmadones, se desangran, se insultan, se calumnian y desautorizan. Mientras se van acumulando las malas señales y las unas superan a las otras, hagamos un repaso: El caso Joao-Faride no hace si no agravarse con los días, las notas, los cálculos; la deuda pública se acerca peligrosamente al límite de la sostenibilidad; el dólar nos sonríe burlón al 50 por uno, mientras el proyecto de Ley de Partidos que se estudia en el Congreso presenta al país la peor cara de nuestra clase política que encabeza el PLD, pero hay más. Este año se ha incrementado la mortalidad infantil, la violencia no se detiene ante ningún despacho, hogar, colmadón, embajada ni puticlub, y en un breve fin de semana tuvimos suicidio en un baño de la Embajada, homicidios en Moca, machetazos en Cotuí, muertos en Romana, miedo por doquier. ¡Joder! “¡Es er demonio, hermano!
EL SENTIDO DE RUMOR.-
Si todo lo anterior le pareciese poco, resulta que, desde el Vaticano, el embajador dominicano allí, don Víctor Grimaldi, sin una sola prueba, sin un audio, una foto, un video, basado solamente en rumores, según admite en su carta a este Listín Diario, nos anuncia sin rubor la llegada del Apocalipsis al país, la invasión haitiana por miles, y hasta pronostica que habrá desórdenes en agosto. Por haber, -siempre según los rumores que han llegado hasta el embajador- hay hasta planes para tumbar el gobierno y acabar con todo el sistema democrático en el país, ¡zafa! Como ven, el buen sentido del humor ha sido superado por un pésimo uso y sentido del rumor. A partir de todo esto, habrá que revisar los anaqueles de la historia, sacar a pasear todas las mezquindades acumuladas, e incluso, habrá que saludar a Lucifer si nos visita. Algo habremos de hacer, pero cuanto antes, hay que determinar cuál fue el jodido momento en que los dominicanos perdimos el camino y se nos extravió la cordura. Quizá fue cosa de esa generación de hombres que el trujillismo frustró o asesinó. O tal vez se debió a que en los Doce Años nos mataron a los mejores. Tal vez, la respuesta a todo lo que nos ocurre en 2018 está en la frustrada Constitución de 1963, o en el hecho de que nuestros partidos liberales solo gobiernan cuando se convierten en conservadores y clientelistas. A nuestros partidos, otrora liberales y hoy más conservadores que un Opus Dei con cilicio, uno le recomienda leer a Kundera, cuando nos recuerda que los amores son como los imperios (o los partidos, p.m.) “cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también”.
Quizá, por estar harto de tantas derrotas repetidas es que uno se atreve a insistir en la pregunta, aunque lo haga con la torpeza de un cura en una gallera o un sicario en una misa. La pregunta es esta: ¿en qué jodido momento decidimos los dominicanos suicidar la democracia matando sus valores, perdiendo el norte del respeto y la decencia entre nosotros mismos, olvidando las benditas prioridades nacionales? ¿Cuál fue el momento en que nos convencimos de que, -como puede ocurrir con algunos amores-, a los dominicanos nos queda grande la democracia, la civilización, la paz? Quién puede saberlo, al fin, “uno no sabe nunca nada”. Por cierto, “Qué helada está esta casa. ¿Será que está cerca el río? O es que entramos en invierno y están llegando, están llegando los fríos”. (Canción “20 aniversario. Palabras”. Patxi Andión).