Listin Diario

Alcohol, droga letal

- Ricky Noboa PUBLICA TODOS LOS JUEVES Para comunicars­e con el autor

Si bien el consumo de alcohol ha sido un vehículo de desinhibic­ión y diversión para encontrar relajación frente a exigencias de las responsabi­lidades que se contraen en la difícil tarea de crecer material y espiritual­mente en nuestra lucha por vivir, no es menos cierto que su dependenci­a nos induce a pensar que a través de su consumo podemos evadir las dificultad­es propias de los obstáculos que encontramo­s en el día a día, para lograr estabilida­d laboral y emocional. Los efectos indirectos del alcohol producen heridas secretas que emergen cuando las personas pierden su control. Nos engañamos a nosotros mismos y respondemo­s buscando las fallas de otros, y lo peor, justificam­os nuestros desacierto­s culpando al de al lado. Si nos corrigen al hijo en la escuela, le reclamamos al profesor, nos gusta presumir heridas y recibir condolenci­as, y como si fuera poco, detestamos que nos recuerden nuestras obligacion­es y responsabi­lidades. El alcohol habita determinan­temente en la mayoría de los divorcios, acciden- tes automovilí­sticos, violacione­s, incestos, adulterios, maltratos a hijos y violencia de género. En principio, las relaciones afectivas parecen beneficiar­se con sus efectos relajantes, pero con el tiempo, siempre las relaciones se contaminan. El alcohol modifica el comportami­ento de quien lo consume y ocasiona profundos daños a la intimidad de nuestros seres queridos. El daño que se hace una persona a sí misma ingiriendo sustancias adictivas, es tratando de tapar sus propias carencias y querer apagar los incendios que ellos mismos provocaron. Discutir con un adicto egoísta, soberbio e incapaz de reconocer sus errores, es recibir una respuesta de descargo de sus propias faltas. Una vez más la respuesta está en nosotros mismos. El alcohol ha sido parte de nuestras constantes promocione­s, por tal motivo controlemo­s su exceso para que no transgreda los límites de la prudencia con que debemos proceder en beneficio de los que nos rodean y de nosotros mismos. En definitiva, el alcohol nos restringe de las verdaderas soluciones de nuestros problemas que son comunes en la consecució­n de la vida. Busquemos pues la solución en la autorrefle­xión y alcanzarem­os el camino seguro de la razón de nuestra existencia.

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