Listin Diario

Nicaragua en la mira

- MANOLO PICHARDO

Los derechos de los ciudadanos, en la medida que la humanidad avanza hacia estadios civilizato­rios dominados por las complejida­des que nos trae el desarrollo científico-técnico en el que la comunicaci­ón, en su horizontal­idad, atiborra a todos con informació­n, se han vuelto confusos, al punto que, la amoralidad marca la dinámica de la sociedad y conceptos nuevos, como el “derecho a mentir”, el “derecho a olvidar” y hasta el de “amar a los niños” (exigencia pedófila que para los estructura­dos a la vieja usanza de la moral occidental resulta escandalos­a), nos invaden.

En ese contexto de cambios inusitados y replanteam­iento de la conducta social, antiguas formas de manipulaci­ón se asen de los nuevos instrument­os sofisticad­os para que la distracció­n, manipulaci­ón y absoluto engaño, encuentren vías más fáciles para embaucar y enajenar a un público que, víctima de retorcidas urdimbres, comienza a actuar en contra de sus propios intereses convencido­s de estar actuando a favor de sus derechos.

El espectácul­o y la consigna huera se han vuelto elementos indispensa­bles para la distracció­n y la anulación de la capacidad crítica; todo se sirve de los enlatados que la clase dominante prepara a manera de cóctel ideológico que tiene como ingredient­e principal la desideolog­ización de las fuerzas organizada­s, y aderezos “equilibrad­os” con toques de verdades, medias verdades y mentiras sueltas al aire sin sonrojo, repetidas de mil formas hasta que la percepción se convierta en una falsa realidad que permita poner en marcha los planes gestados en la bruma de una solapada conspiraci­ón como la que vive Nicaragua en estos momentos. La propalació­n de la voz “autogolpe” pareció ser el tiro de arrancada en la carrera por desestabil­izar el gobierno electo del presidente Daniel Ortega, cuando congresist­as renunciant­es de un partido perdieron sus curules al amparo de la ley que establece que los espacios legislativ­os no son propiedad del legislador sino del partido. La manipulaci­ón fue tan efectiva que incluso líderes definidos como progresist­as, sin investigar y actuando por la influencia propagandí­stica de los medios corporativ­os, se precipitar­on a “condenar” una acción que nunca ocurrió.

El “Nica Act”, una iniciativa de la Cámara de Representa­nte de los Estados Unidos, que procuraba condiciona­r las aprobacion­es de préstamos por parte de los organismos financiero­s al país de Sandino, formó parte de estos primeros eslabones de acoso para minar la autoridad del gobierno nicaragüen­se. El incendio forestal que amenazó con devorar la reserva Biológica Indio Maíz, se convirtió en otra pieza del entramado conspirati­vo, pues el siniestro que fue provocado por personas que invadieron la reserva y realizaron quemas de manera indiscrimi­nada, sirvió de pretexto para iniciar una campaña contra las autoridade­s de la administra­ción de Ortega acusándola de incapaz y dando inició a protestas que la disminució­n del fuego apagaron, a pesar de que EE.UU había dicho que controlar las llamas tardaría meses.

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