Canibalismo publicitario
La actividad publicitaria es cada vez más tortuosa en nuestro país. Cada día surgen obstáculos que sumados a los clásicos, constituyen verdaderos valladares para el desempeño profesional de esta labor.
La modernidad permite que una persona, desde cualquier lugar y con un mínimo de requerimiento estructural, pueda fungir como agencia de publicidad contribuyendo a fomentar la improvisación y el desorden institucional del oficio.
La universalidad de los negocios crea condiciones para que muchas empresas de publicidad internacionales lleguen al país de la mano de alguien que les pueda representar para el manejo efectivo de cuentas globales. Este no es un fenómeno nuevo, pero con los años se ha in- crementado, haciendo cautivas muchas cuentas y cerrando posibilidades para el sector.
El crecimiento de los medios, esa extraordinaria democratización de la comunicación y la agresividad de su comercialización, crea un escenario fértil para la cualquierización de esta actividad.
Aquí, cualquier advenedizo acude a un medio de comunicación en busca de reconocimiento como agencia y en procura de hacer negocios como tal, y posiblemente recibe mejores y mayores condiciones que un profesional reconocido y con buena trayectoria.
Asistimos a un canibalismo que desde hace cierto tiempo amenaza la estabilidad y el desempeño fluido del negocio de la publicidad en el país.
Las compras directas de grandes empresas que a cambio de esa colocación juegan con las tarifas de los medios y sientan precedentes fatales que enanizan la importancia de las agencias y disminuyen su protagonismo; las houses agencys, a pesar de que han sido un grandísimo fracaso en el mundo, aún representan una amenaza por la tozudez de algunos inventos empresariales que persisten en el error que le abre espacio al manejo espúreo de importantes presupuestos.
Las grandes agencias de medios que ahora también son propietarias de espacios en tv y radio y que al manejar grandes volúmenes de inversión terminan fomentando desigualdad competitiva y monopolizando la industria publicitaria, también crean un gran ruído en la industria donde las medianas y pequeñas agencias de publicidad salen lastimadas.
A todo esto debemos agregar la tendencia que existe en el país de contratar talentos extranjeros para lucírselas con gente que todavía no ha logrado desarrollar campañas memorables que justifiquen sus exorbitantes emolumentos, olvidando que Leonel Fernández e Hipólito Mejía, ganaron con la orientación de Nandy Rivas, y que Jorge Blanco fue una hechura de José Cabrera.
Todo ese escenario crea condiciones adversas para que no haya posibilidades de crecimiento para los pequeños negocios que operan en esta industria.