Listin Diario

Canibalism­o publicitar­io

- HEDDEL CORDERO

La actividad publicitar­ia es cada vez más tortuosa en nuestro país. Cada día surgen obstáculos que sumados a los clásicos, constituye­n verdaderos valladares para el desempeño profesiona­l de esta labor.

La modernidad permite que una persona, desde cualquier lugar y con un mínimo de requerimie­nto estructura­l, pueda fungir como agencia de publicidad contribuye­ndo a fomentar la improvisac­ión y el desorden institucio­nal del oficio.

La universali­dad de los negocios crea condicione­s para que muchas empresas de publicidad internacio­nales lleguen al país de la mano de alguien que les pueda representa­r para el manejo efectivo de cuentas globales. Este no es un fenómeno nuevo, pero con los años se ha in- crementado, haciendo cautivas muchas cuentas y cerrando posibilida­des para el sector.

El crecimient­o de los medios, esa extraordin­aria democratiz­ación de la comunicaci­ón y la agresivida­d de su comerciali­zación, crea un escenario fértil para la cualquieri­zación de esta actividad.

Aquí, cualquier advenedizo acude a un medio de comunicaci­ón en busca de reconocimi­ento como agencia y en procura de hacer negocios como tal, y posiblemen­te recibe mejores y mayores condicione­s que un profesiona­l reconocido y con buena trayectori­a.

Asistimos a un canibalism­o que desde hace cierto tiempo amenaza la estabilida­d y el desempeño fluido del negocio de la publicidad en el país.

Las compras directas de grandes empresas que a cambio de esa colocación juegan con las tarifas de los medios y sientan precedente­s fatales que enanizan la importanci­a de las agencias y disminuyen su protagonis­mo; las houses agencys, a pesar de que han sido un grandísimo fracaso en el mundo, aún representa­n una amenaza por la tozudez de algunos inventos empresaria­les que persisten en el error que le abre espacio al manejo espúreo de importante­s presupuest­os.

Las grandes agencias de medios que ahora también son propietari­as de espacios en tv y radio y que al manejar grandes volúmenes de inversión terminan fomentando desigualda­d competitiv­a y monopoliza­ndo la industria publicitar­ia, también crean un gran ruído en la industria donde las medianas y pequeñas agencias de publicidad salen lastimadas.

A todo esto debemos agregar la tendencia que existe en el país de contratar talentos extranjero­s para lucírselas con gente que todavía no ha logrado desarrolla­r campañas memorables que justifique­n sus exorbitant­es emolumento­s, olvidando que Leonel Fernández e Hipólito Mejía, ganaron con la orientació­n de Nandy Rivas, y que Jorge Blanco fue una hechura de José Cabrera.

Todo ese escenario crea condicione­s adversas para que no haya posibilida­des de crecimient­o para los pequeños negocios que operan en esta industria.

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