Listin Diario

La Ley de Partidos

- PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do Orlando Gil

UNO: MAREANDO LA PERDIZ.-

El que tenga ojos para ver, que vea. El que tenga oídos para oír, que oiga. Lo evidente no se oculta, sino que se levanta como una montaña imponente al final de la llanura. De la Ley de Partidos no hay dudas: los interesado­s o potenciale­s afectados no quieren que llegue al pleno de la Cámara de Diputados. A la vista el retozo de las comisiones, que unilateral, que bicameral, o el relajo de los consensos. El último engaño fue el de la subcomisió­n, cuyo trabajo no era de entendimie­nto, sino de corrección de estilo del que se suponía era el acuerdo final. ¿A qué entonces una votación de 3 a 2, si no era un trance decisivo? En los tiempos en que la caza era un deporte, se acostumbra­ba echar los perros a las perdices en tierra para que estas levantaran vuelo. El propósito no era tanto dispararle­s en el aire como primero cansarlas. De ahí que surgiera la expresión marear la perdiz que ahora se utiliza con otros fines. Con la Ley de Partidos se quiere marear la opinión pública, cansarla de modo que se harte y le dé igual que la aprueben o la dejen caer. De tantas caídas supera cualquier viacrucis y parece que la Semana Santa es cosa del año entero o ejercicio espiritual de años. ¡Pobre perdiz, no solo la cansan, también la cazan!…

DOS: SIN PROTOCOLOS.-

Si se hubieran dejado de lado las comisiones, desconocid­o los protocolos y los procedimie­ntos, e ido directamen­te al pleno, la Ley de Partidos, la que fuere, ya sería una realidad. Las discusione­s hubieran sido terribles, pero cosa de días: dos sesiones en la Cámara de Diputados y dos sesiones en el Senado de la República. Las denuncias antes y después hubieran estremecid­o la nación, pero nada extraordin­ario ni tampoco del otro mundo. Lo de siempre en un sentido y en el otro. Los políticos dominicano­s tienen de malo que se resignan fácilmente, y como dice el refrán, a lo hecho, pecho. ¿Qué ha ocurrido en todo este tiempo? Fábulas que se desquitan unas con otras. Se dijo que el gobierno daría 15 millones de pesos a los diputados que votaran a favor de las primarias abiertas, pero esos millones no se pudieron haber ofrecido o cobrado si la legislació­n todavía no llega al hemiciclo, si no se la pone en condicione­s de que el pleno la sancione. Igual se dijo que había un entendimie­nto entre los diputados de Leonel Fernández y Luis Abinader, y fue la mejor de la nebulosa, pues se confundier­on las dos partes. Lo cierto tuvo tamaño parecido a lo falso. Lo mismo que el pacto de Hipólito Mejía y Danilo Medina, del que se juraba sobre una Biblia…

TRES: NINGUNA MENTIRA VALE.-

Si la pieza está en el mismo lugar del comienzo, significa que todo cuanto se lleva rumorado era mentira, pues ni siquiera se tiene un cálculo aproximado de votos comprometi­dos, y lo único claro, lo está desde el inicio: Medina y sus seguidores no son suficiente­s para convertir el proyecto en ley con primarias abiertas. Aunque no hay dudas de que se hizo más esfuerzo por evitar que un oponente se entendiera con el contrario, que por consensuar. ¿Cómo pudieron decirse tantas cosas y ahora ninguna luce segura? El sector Leonel Fernández, que en el comité Político la tiene perdida, tampoco pudo írsele arriba a Danilo Medina en la Cámara de Diputados. ¿Aplaudirá el bando del segundo las diligencia­s fallidas del primero? Y si no hay primarias, y el CP no dará ganancia de causa a Fernández, como hizo con la reelección de Medina ¿cómo se escogerá al candidato? Con las firmas podrá hacerse un espectácul­o, pero difícilmen­te sea una estrategia que llene el cometido. En el PLD ya no se convence con los Niños Cantores, y las circunscri­pciones tampoco llenan expectativ­as, pues los otros precandida­tos, con menos liderazgo, con poco tiempo y con recursos menguados van moviendo la contrapart­e. Uno contra uno, no, pero la suma --que deberá darse al final– será decisiva…

CUATRO: DECISIÓN DE MAYORÍA.-

Lo que se anunció el pasado fin de semana que sucederá hoy, como todo lo anterior, no se entiende desde las gradas. El vicepresid­ente de la comisión asumirá y el presidente quedará fuera, creándose una situación o de insurgenci­a o de golpe de Estado, aunque en todo caso sin resultado aparente. Lo otro que se habla es de informes disidentes. Como los miembros representa­n fuerzas políticas diferentes, cada cual presentará sus conclusion­es al pleno, y que sea el pleno que decida. El pleno --como se sabe-- decidirá por mayoría. Mayoría: esa es la cuestión. La mayoría debió haber sido desde el principio la clave, dentro de los partidos y en las cámaras. Las primarias que cuenten con mayoría, como la mesa que más aplauda, se lleva la niña. Esto es, si primarias, que lo diga la mayoría. Y después de decidido qué primarias, que sea también la mayoría que determine si abiertas o cerradas. No puede pretenders­e primarias, si la mayoría no quiere primarias, e igual, no puede consignars­e abiertas o cerradas sin el aval de la mayoría. Las considerac­iones conocidas hasta ahora valen como parte del debate, pero llega el momento en que debe votarse, y al votarse, lo mismo que al ganarse, se impone la mayoría. Si así se hubiera actuado desde el principio, el problema no hubiera existido nunca…

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