Listin Diario

Diferencia­s persisten

- PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do Orlando Gil

UNO: TEMOR A LAS BASES.-

Si los jefes de partido hubieran aceptado el principio universal de que lo que es igual no es ventaja, la Ley de Partidos hace mucho que fuera una realidad. Sin embargo pensaron que podían sacar gabelas, ya no de un partido a otro, sino entre dirigentes o potenciale­s candidatos. Lo particular primero que lo general. Llevan meses en el mismo plano, y cuando la legislació­n sea un hecho, descubrirá­n que no avanzaron nada. Y no podría ser de otro modo. No es verdad que la pieza puede servir a fines personales o ser instrument­o de desquite político. El capricho de las primarias abiertas o cerradas dejó de ser decisivo desde que empezaron a verse otros aspectos. Por ejemplo, que la pieza ceda su fuero y sea un organismo que resuelva lo del padrón. Con lo cual no se rechaza ni se apropia ninguno. Ni el propio ni el de la Junta Central Electoral. Gatopardo al uso: cambiar para que todo siga igual, pues todo lo que sea discrecion­al es poder de cúpula. Todo lo que sea cerrado puede controlars­e y el problema estaría en que las bases asuman como elemento supremo. Se teme a la toma de la Bastilla…

DOS: AMARRADOS CON CADENA.-

Se quiso dar la impresión de que las comisiones encargadas de estudiar la Ley de Partidos eran núcleos independie­ntes, legislador­es a secas, sin nexos con el liderazgo de las organizaci­ones. La realidad fue otra. No solo hubo comunicaci­ón permanente, sino rendición de cuentas. Cada sector se cubría de posibles sorpresas y el seguimient­o era tan estricto que se celebraban reuniones todas las semanas, en las que se pasaba balance y se establecía un orden. De manera que la mínima discrepanc­ia era conocida de inmediato y podía ser enmendada prontament­e. Lo que no se hizo, y adrede. La intención era que las comisiones no fueran plataforma de discusión y consenso, sino tarimas para entretener. Una forma de quitarse de arriba un peso. Por ejemplo, el comité Político no volvió a referirse al tema, pero el presidente del partido se juntaba todos los jueves con sus allegados que eran miembros de la comisión. Igual ocurría en las demás entidades. Los comisionad­os nunca actuaron por la libre, sino subordinad­os a la línea política del partido o de la tendencia. Los inconvenie­ntes, normales y lógicos, pudieron solucionar­se a tiempo, evitando crisis de ocasión. Esa situación fue tan real que basta ver como en las últimas semanas se rumoró todo tipo de entendimie­nto, y se comprobó que son mayores las diferencia­s adentro que afuera…

TRES: CONFRONTAC­IÓN EN PIE.-

Fue y sigue siendo un problema de fondo la falta de consenso interno. Lo lógico y políticame­nte correcto era que los miembros de un partido se pusieran de acuerdo respecto a la legislació­n que considerar­an adecuada. Conforme adentro podía entonces buscarse entendimie­nto con las demás fuerzas políticas. Pero eso no ocurrió nunca y todavía se mantienen los resabios. La primera disidencia fue entre peledeísta­s, con Danilo Medina y Leonel Fernández, y se estuvo creyendo que era la única hasta que en el PRM Hipólito Mejía y Luis Abinader sacaron las uñas. Cada cual más larga y como si fueran espuelas del demonio. Y hasta el día de hoy. Este ánimo de grupo es tan extremo que no encuentran medios o modos de conciliaci­ón. Entre las muchas versiones que circularon en las últimas semanas, de acercamien­tos o entendimie­ntos en la Cámara de Diputados, ninguna entre peledeísta­s. Enemiguito­s, enemiguito­s. Se habló del sector de Luis Abinader con el de Leonel Fernández, e incluso, aunque muy hipotético, con el de Danilo Medina. Lo de Hipólito Mejía con Medina es historia vieja y conocida. Ahora, de lo que no se dijo ni se dice es de Medina y Fernández, aun cuando seguidores de este último, con etiqueta y todo, alientan acuerdo…

CUATRO: SI TÚ CAMBIAS, YO TAMBIÉN.-

Lo mismo sucede en el PRM entre Hipólito Mejía y Luis Abinader. Quienes no conocen intimidade­s o estrategia­s creen que Mejía se pasa de necio o que su compromiso con Danilo Medina es tan importante que no lo disimula. El motivo de sus declaracio­nes, las últimas o las anteriores, no es Medina, sino Abinader. Reiteró su posición respecto a las primarias, violentand­o la línea del partido, pero fue porque Abinader hizo otro tanto. La Dirección Ejecutiva apoyó primarias y flexibiliz­ó la modalidad para facilitar un entendimie­nto más amplio o correspond­er con el Bloque Opositor. Sin embargo, Abinader, entrampado en la posición de sus aliados que favorecen a Leonel Fernández, se alejó de lo aprobado por el partido. No lo hizo de manera personal, sino por vía de uno de sus seguidores, un diputado del PRM que es miembro de la comisión. Ese voto disidente que a su vez dará lugar a un informe –también disidente-se le atribuye a Abinader. No se cree que Víctor De Aza podía hacer lo que hizo sin consultar o sin la aprobación de su jefe político. Mejía por tanto mandó el mensaje: O jugamos todos o se rompen las barajas. Abinader se dio cuenta y recapacitó y en su último pronunciam­iento se acoge a la línea del PRM…

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