Cambio armas por conconetes
Después de realizar una encuesta, científicamente acreditada por una firma internacional, he llegado a la conclusión de que es más barato, más útil y menos riesgoso comprar un conconete que un arma de fuego.
El precio del conconete gira actualmente entre cinco y diez pesos, dependiendo de la calidad de la mezcla del coco y el jengibre. Tiene un sabor exquisito, suave, tostadito y da seguidilla.
Para un arma de fuego legal se requieren unos setenta mil pesos, como poco, y cumplir con los requisitos de Interior y Policía. No sé en cuánto saldrá un arma de las que llegan de contrabando. No soy especialista en esto; es más, no me hablen de armas.
El conconete es dulce, casero, popular, buen compañero del chocolate. El arma de fuego es “sangrúa”, odiosa, violenta, cara y no quiere saber de nadie.
Una vez hicimos un operativo, con un dominicano residente en Nueva York, para cambiar armas por juguetes. Algunos cayeron, otros callaron; y, en coordinación con la policía, estas armas fueron desguazadas. Pensábamos hacer un monumento con esas armas destruidas, pero no lo logramos.
Contemplando el deprimente espectáculo que cada día presentan los medios de prensa, reseñando heridos y muertos por las armas, no es posible quedarse con los brazos cruzados.
Se me ha ocurrido entonces cambiar armas por conconetes. La idea es brutal y de seguro encontrará muy pocos Likes, si la subo a Facebook, y acérrimos insultos si la cuelgo en mi cuenta de Twitter. No hablemos de LINKEDÍN, que allí no encontrará ni siquiera lectores, por lo poco profesional de la ocurrencia.
El país está encaminándose a un callejón sin salida. El comercio de las armas se está incrementando y el de los conconetes disminuyendo. Digo y repito, todavía estamos a tiempo y es posible hacer algo para detener esa locura armamentista, con la que casi toda la población se está enfermando y alocando, convencida de que a lo loco se vive mejor.
Las armas son el instrumento más diabólico que se ha inventado, porque fueron pensadas para matar. No vale el eufemismo de que son para defenderse, porque quien utiliza un arma está más indefenso que quien anda desarmado. Es más fácil que sobreviva quien anda desarmado que quien está armado.
La sociedad no podrá ser feliz ni tener paz con el uso de las armas. Al contrario, la violencia que generan las armas hace que la carrera armamentista se haga cada vez más vertiginosa y el peligro sea mayor. Hay necesidad de poner un freno a esta locura a través de la idea “loca” del desarme.
Mientras el hacha va y viene, propongo hacer un gran operativo de intercambio de armas por conconetes. ¡Zafa, cochoso!