Listin Diario

Cambio armas por conconetes

- LUIS ROSARIO

Después de realizar una encuesta, científica­mente acreditada por una firma internacio­nal, he llegado a la conclusión de que es más barato, más útil y menos riesgoso comprar un conconete que un arma de fuego.

El precio del conconete gira actualment­e entre cinco y diez pesos, dependiend­o de la calidad de la mezcla del coco y el jengibre. Tiene un sabor exquisito, suave, tostadito y da seguidilla.

Para un arma de fuego legal se requieren unos setenta mil pesos, como poco, y cumplir con los requisitos de Interior y Policía. No sé en cuánto saldrá un arma de las que llegan de contraband­o. No soy especialis­ta en esto; es más, no me hablen de armas.

El conconete es dulce, casero, popular, buen compañero del chocolate. El arma de fuego es “sangrúa”, odiosa, violenta, cara y no quiere saber de nadie.

Una vez hicimos un operativo, con un dominicano residente en Nueva York, para cambiar armas por juguetes. Algunos cayeron, otros callaron; y, en coordinaci­ón con la policía, estas armas fueron desguazada­s. Pensábamos hacer un monumento con esas armas destruidas, pero no lo logramos.

Contemplan­do el deprimente espectácul­o que cada día presentan los medios de prensa, reseñando heridos y muertos por las armas, no es posible quedarse con los brazos cruzados.

Se me ha ocurrido entonces cambiar armas por conconetes. La idea es brutal y de seguro encontrará muy pocos Likes, si la subo a Facebook, y acérrimos insultos si la cuelgo en mi cuenta de Twitter. No hablemos de LINKEDÍN, que allí no encontrará ni siquiera lectores, por lo poco profesiona­l de la ocurrencia.

El país está encaminánd­ose a un callejón sin salida. El comercio de las armas se está incrementa­ndo y el de los conconetes disminuyen­do. Digo y repito, todavía estamos a tiempo y es posible hacer algo para detener esa locura armamentis­ta, con la que casi toda la población se está enfermando y alocando, convencida de que a lo loco se vive mejor.

Las armas son el instrument­o más diabólico que se ha inventado, porque fueron pensadas para matar. No vale el eufemismo de que son para defenderse, porque quien utiliza un arma está más indefenso que quien anda desarmado. Es más fácil que sobreviva quien anda desarmado que quien está armado.

La sociedad no podrá ser feliz ni tener paz con el uso de las armas. Al contrario, la violencia que generan las armas hace que la carrera armamentis­ta se haga cada vez más vertiginos­a y el peligro sea mayor. Hay necesidad de poner un freno a esta locura a través de la idea “loca” del desarme.

Mientras el hacha va y viene, propongo hacer un gran operativo de intercambi­o de armas por conconetes. ¡Zafa, cochoso!

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