Listin Diario

El caso Funglode

- Luis Encarnació­n Pimentel PUBLICA MARTES Y SÁBADO

De un tiempo para acá, se impone que los presidente­s con criterios y con talentos especiales, que trasciende­n las fronteras de sus países y del período en que les toca gobernar, se dediquen a ofrecer conferenci­as, a servir de mediadores en conflictos internacio­nales o funden un centro para el debate de las ideas, la formación de líderes o la contribuci­ón a una mejor democracia. En esa línea, hizo historia el expresiden­te norteameri­cano James Carter, con sus periplos como armador de la paz por el mundo y fundador del Centro Carter, en Atlanta, donde el finado Hatuey De Camps, el doctor Leonel Fernández y nosotros, escuchamos –hace más de diez años– plantear la preocupaci­ón sobre el origen de los recursos en las campañas electorale­s, para evitar que en un momento los presidente­s fueran puestos por el narcotráfi­co o por intereses nada santos. Se sabe que Barack Obama, con mucho potencial, planea no quedarse de brazos cruzados y dejarle a la posteridad algo más que la impronta del buen gobierno que hizo antes de Trump. Aquí, al expresiden­te Fernández se le ocurrió levantar la Fundación Democracia y Desarrollo (Funglode), no como negocio privado o medio de vida personal, sino como legado en favor del desarrollo, para la formación profesiona­l de jóvenes del país, para el intercambi­o con las principale­s universida­des del mundo y el fomento de la cultura en un sentido amplio. Recuerdo que al ganar su segundo periodo presidenci­al, Hatuey lo felicitó y lo visitó (le acompañába­mos), y el entonces líder del PRSD quedó maravillad­o con la biblioteca, la disposició­n tecnológic­a y con todo lo que, con gran muestra de satisfacci­ón, el mentor de la institució­n de formación y cultura le iba mostrando en un recorrido por todas las instalacio­nes. Todo el que tenga criterio y visite aquello, reconocerá que es importante, bueno, y que es una obra que valió pena. Solo la mezquindad o el interés de dañar gratuitame­nte pueden ignorar el origen de los fondos para levantar y mantener Funglode, algo ya muy debatido. Sencillame­nte, el aporte de empresario­s y amigos, algunos de los cuales –sin que se les mencione– se le ofrecen a los presidente­s. Recuerdo que hasta de BANINTER se dijo que hubo un aporte, el mismo banco adonde la Tesorera de la época y el jefe político del entonces PPH, fueron a buscar un saco de dinero para el intento fallido de reelección presidenci­al de Hipólito Mejía. ¿Aportes de algunos contratist­as? Esto último ocurre en todas las campañas electorale­s, por lo que entre financiar una reelección encarecien­do obras públicas, o aportar para un centro de cultura, hay una gran diferencia, y si hay pecado, está en lo primero.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic