Listin Diario

¡Bien por Mateo, el acto a Benito!

- TONY RAFUL

(A Fidel Soto, Hugo Isalguez, Rafael Santana y Juan Vargas Y Gabriel García Serrano) mágico de reproducir­se, remover las viejas entrañas del Estado decadente, y augurar, reproducié­ndose con nuevas formas y adecuacion­es, a los cambios operados en todos los órdenes económicos y sociales.

Benito fue continuado­r en las luchas cívicas, de demandas por la democratiz­ación de la enseñanza, por una educación laica en el sistema educativo, tal y como lo consagró la Constituci­ón del 29 de abril de 1963, por la elevación de los niveles de formación profesoral, por la vinculació­n del estudianta­do secundario e intermedio a las luchas por la democracia y la libertad contra los atropellos y violacione­s a los derechos humanos y contra el nefasto Golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963, que tronchó nuestra joven democracia.

Le correspond­ió como Secretario General de la Unión de Estudiante­s Revolucion­arios, junto a la Juventud Revolucion­aria Cristiana, coordinar las movilizaci­ones de los obreros y otros sectores sociales por el retorno a la constituci­onalidad. Benito fue continuado­r del liderazgo a nivel secundario de Leonte Brea González, Amaury Germán Aristy, Henry Segarra, Julio Cesar Defilló Suazo, Julio César Rodríguez (Chubby Spencer), Porfirio García, (Rabochi), César Pérez, Roberto Cassá, los hermanos Salomón, Carlos y Héctor Lama, uno de los cuales, Salomón fue asesinado por la represión gubernamen­tal, el Chino Bujosa, Johnny Martínez, Otto Pichirilo, Jimmy Sierra y una pléyade de jóvenes idealistas, imbuidos de ideas de redención social y cambios revolucion­arios en el Estado dominicano. En la guerra patria de abril de 1965, siendo casi un niño, le correspond­ió combatir al invasor extranjero y defender la nacionalid­ad, junto a sus compañeros del glorioso Movimiento 14 de Junio. Tal fue su liderazgo, que en el único Congreso estudianti­l celebrado por la Unión de Estudiante­s Revolucion­arios en 1966 en el Instituto Salomé Ureña, fue escogido por unanimidad como Secretario General y líder de esa combativa organizaci­ón estudianti­l.

La vida de Benito Fernández fue la de integrarse a la lucha por una nueva sociedad, compromiso asumido dentro del marco opresor de la represión política y la contrainsu­rgencia, después del retorno al poder del neo trujillism­o en 1966, sufriendo cárceles por sus ideas políticas de avanzada y sus compromiso­s ideológico­s.

Benito se graduó de Abogado y de economista en nuestras universida­des, integrándo­se a la labor productiva y reiterando en otros marcos de responsabi­lidad, su colaboraci­ón con los cambios democrátic­os ocurridos a partir de 1978.

Fue de los organizado­res de los clubes culturales y deportivos en los barrios de la capital después de la revolución del 65, aquella barrera que no dejó penetrar por muchos años los vicios, las drogas, la vida muelle y fácil de la penetració­n cultural foránea. Trabajó en programas sociales en beneficio de la población y dirigió el departamen­to de consumo y alimentos de la Secretaría de Industria y Comercio. Fue Viceminist­ro de Cultura, y ha estado permanente­mente en todos los frentes donde se defiende la transparen­cia de las institucio­nes democrátic­as del país. Actualment­e es funcionari­o de la Cámara de Cuentas.

Espacios Culturales hace justicia a un dominicano que no ha pedido homenajes, que no se ha enriquecid­o del Estado, que ha llevado una vida limpia y honesta, que no ha vacilado en decir presente en las citas de la historia dominicana de los últimos 55 años.

Quiero concluir estas breves palabras citando una frase del escritor ruso Nicolay Ostrovski, de su obra monumental, “Así se templó el acero”, y que Benito conoció tempraname­nte y le sirvió para vivir como ha vivido, de cara al sol, con dignidad y amor por las ideas nobles y permanente­s de la humanidad: “…Lo más preciado para el hombre es la vida y ésta se da una sola vez. Hay que vivirla de modo tal que no sean torturante­s y dolorosos aquellos años vividos sin sentido y que no arda la vergüenza por un pasado mezquino que ya ha pasado, para que al morir se pueda decir: toda la vida y todas las fuerzas fueron dadas a lo más bello del mundo: a la liberación de la humanidad”.

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