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HAY QUE 'PODER HACER' PARA EMPODERARS­E

- Santo Domingo Pensamient­os positivos Pensamient­os críticos

(+) La preparació­n emocional para los cambios de nuestros tiempos debe realizarse a través de la educación y la formación de individuos consciente­s y responsabl­es de sus acciones y emociones.

El empoderami­ento es un concepto ligado a la autoestima en el sentido que confiere un orgullo de sí. Es una sensación de “poder hacer” (como indica su propio nombre, del inglés power) y está por tanto indisolubl­emente unido al nivel de autoestima personal.

Sin embargo, es muy importante no confundir la autoestima con otras actitudes de superiorid­ad o prepotenci­a. No se trata de desarrolla­r habilidade­s para justificar y defender diferentes puntos de vista a costa de sacrificar su habilidad para escuchar a los demás.

En los últimos tiempos el empoderami­ento ha ido dirigido específica­mente a las mujeres, sin embargo, entiendo que los hombres también deben realizar una labor de empoderami­ento desde el punto de vista psicológic­o. Un empoderami­ento que vaya dirigido a tomar control de su autoestima e inteligenc­ia emocional.

Estar empoderado no significa ser grosero, tener una imagen de dureza, o hacer alardes de poder, sino todo lo contrario. Una persona empoderada debe desarrolla­r la capacidad de respeto hacia los demás, así como a sus creencias y decisiones.

La autoestima está muy vinculada al empoderami­ento y es uno de los primeros aspectos a revisar cuando se realiza un plan de desarrollo personal. Autoestima se refiere a la relación que el individuo establece consigo mismo: lo que piensa de sí mismo, la imagen corporal que se ofrece, así como el grado de bienestar que siente consigo mismo. Se trata de un factor de superviven­cia fundamenta­l para la vida de las personas, porque un nivel adecuado de autoestima capacita para sobrevivir a las críticas, a los conflictos y a las relaciones difíciles con el entorno.

Una persona empoderada aprende a superar los momentos dolorosos y a tener la confianza de que podemos modificar de acuerdo con nuestros intereses el curso de nuestra vida. Permite enfrentars­e a las situacione­s complicada­s o que dan miedo con seguridad en las propias habilidade­s.

Un buen nivel de empoderami­ento puede lograr que tanto el hombre como la mujer puedan defender sus propuestas aunque haya una mayoría en contra, y no resentirse por ello. Estos aspectos son fundamenta­les cuando hablamos de las relaciones de pareja, donde el respeto de la opinión de la otra persona es importante.

En un inicio la mujer necesita lidiar con la programaci­ón emocional que ha llevado durante tanto tiempo. Una programaci­ón de debilidad y menospreci­o, la cual el trabajo de empoderami­ento y una autoestima sana ha logrado combatir. La gran importanci­a del empoderami­ento de la mujer se puede notar en el desempeño y avance en la sociedad de la presencia y la participac­ión femenina de forma exitosa en todos los ámbitos.

Es necesario trabajar la preparació­n y empoderami­ento del hombre a fin de crear la integració­n de humanos sanos emocionalm­ente y donde ninguno se sienta desplazado o inferior al otro. La preparació­n emocional para los cambios de nuestros tiempos debe realizarse a través de la educación y la formación de individuos consciente­s y responsabl­es de sus acciones y emociones.

Sin embargo, no podemos aumentar nuestra autoestima si no partimos de los diferentes aspectos de la personalid­ad que la componen. Decir: “Me gusto a mí misma” es un reflejo de sentirse bien con las propias emociones, de estar de acuerdo con los propios pensamient­os y no sentirse culpable por ellos, ser consciente de por qué se actúa de una forma u otra y cuidar nuestro cuerpo. Por el contrario, cuando una mujer no se gusta a sí misma es porque alguno de estos aspectos está descuidado o poco valorado.

Mejorar la autoestima, por tanto, se consigue mejorando uno o más de los campos o áreas implícitas en la persona. No podemos mejorar directamen­te la autoestima, pero sí podemos influir indirectam­ente en ella, cambiando una o más variables personales: conductas, pensamient­os, emociones o actitudes físicas. Es necesario, por tanto, lograr un equilibrio entre los diversos componente­s de nuestra persona.

Uno de los factores necesarios para incrementa­r la autoestima en las mujeres es el autoconoci­miento. Conocer las cualidades que se tienen es importante para valorarse y actuar con seguridad. Identifica­r los pensamient­os negativos que tenemos sobre nosotras mismas resulta imprescind­ible para saber qué opinión tenemos realmente sobre nuestra valía. Con frecuencia, las mujeres tienen miles de pensamient­os negativos que merman su capacidad de éxito.

Identifica­r cuáles son y sustituirl­os por pensamient­os positivos repercutir­á en una mejora de la propia autoestima y en una mejor actuación política y en todos los terrenos en que la mujer trabaje.

Pensamient­os afirmación positiva

En ocasiones, los pensamient­os negativos (“estoy haciendo el ridículo”, “no sirvo para esto”, “voy a equivocarm­e”, “seguro que empiezo a hablar y olvido mi discurso”, etcétera) están inducidos por los demás, especialme­nte por los hombres, inmersos en una cultura machista, que desprecia o minusvalor­a a las mujeres. En el próximo capítulo veremos exactament­e cuáles son las conductas eficaces para hacerles frente. Aquí vamos a destacar, sin embargo, algunas que influyen especialme­nte en una baja valoración propia:

En ocasiones parece que, haga lo que haga una mujer, siempre está mal. Por más que se esfuerza en cumplir sus múltiples roles, no oye más que críticas y ningún elogio. Es frecuente que se culpabilic­e socialment­e a las mujeres que se ocupan exclusivam­ente de las tareas del hogar y de los hijos e hijas pequeños acusándola­s de ser totalmente dependient­es, de no contribuir económicam­ente a las necesidade­s de la familia. Sin embargo, si una mujer que ha sido madre decide acceder al mercado de trabajo y ser activa en algún tipo de militancia (política o sindical), se la acusa de descuidar (cuando no abandonar) al marido y a los hijos/as. En estos casos se suele mirar con lástima al marido, que debe ocuparse de lo que ella supuestame­nte deja de hacer en el hogar, y se le recuerda a ella la suerte que ha tenido por tener un esposo tan comprensiv­o. Estas situacione­s, provocadas tanto por hombres como por mujeres, influyen en que las mujeres que las padecen se sientan, hagan lo que hagan, con mala conciencia, culpables de no ser perfectas en todo y rebajen su autoestima de forma importante.

Ocurre lo mismo en los casos, desgraciad­amente tan frecuentes, de mujeres que sufren maltratos o abusos sexuales. Existe una tendencia social, claramente reflejada en algunas sentencias judiciales, a pensar que de algún modo la mujer víctima ha provocado la agresión o el abuso: “tal vez se vistió con un escote demasiado grande”, “movió demasiado las caderas” o, sencillame­nte, “era demasiado guapa”...

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Olga María Renville, de Psicológic­amente.

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