Listin Diario

En la diana

- ROLANDO REYES

Primer Tiro

Los cambios en la Tasa de Política Monetaria (TPM) no son simétricos respecto a sus efectos en las demás tasas de interés y en el crecimient­o del consumo y la inversión privada. Excluyendo la tasa interbanca­ria, la transmisió­n completa hacia las demás tasas podría requerir de un período de hasta tres meses. La velocidad del traspaso de los aumentos siempre es mayor que el de las disminucio­nes, y la transmisió­n hacia las tasas activas siempre ha sido mayor que en el caso de las pasivas. En el caso de un aumento, la velocidad de transmisió­n depende también del nivel de restricció­n a la liquidez con que venga acompañado el cambio en la TPM, y también de los efectos del cambio en las condicione­s macroeconó­micas que motivan el aumento en dicha variable. Por eso se hace necesario repetir que aunque la TPM fue aumentada en solo 25 puntos básicos, el cambio en la posición de política monetaria del día 24 del pasado mes de julio tiene que ser evaluado mucho más allá de lo que dicho aumento absoluto podría significar. Segundo Tiro

Hay un nuevo balance de riesgos en el panorama macroeconó­mico, y se requiere que el análisis de los cambios en las tasas de interés y la liquidez se realice simultánea­mente con el del movimiento del tipo de cambio que se observa desde el pasado mes de julio. Calculada con el promedio acumulado hasta el día 13 del cursante mes de agosto, la devaluació­n anual es de 4.44%, cifra que debe analizarse y compararse con el tipo de cambio que requeriría­n los fundamento­s y la absorción de los choques externos de precios de petróleo y de tasas de interés. Una devaluació­n excesiva representa­ría un sobreajust­e que colocaría rápidament­e la inflación por encima de lo contemplad­o en el Programa Monetario. Una devaluació­n insuficien­te produciría un aumento de las expectativ­as devaluator­ias. Es muy posible que una devaluació­n acumulada al final de año de 4.5%, combinada con un aumento promedio de 50 puntos básicos en todas las tasas de interés del mercado, sea suficiente para producir el ajuste que requiere la demanda interna y el déficit corriente con el exterior. Tercer Tiro

Pero así como la tasa de cambio y las tasas de interés se ajustan al nuevo panorama, así también deberían hacerlo las expectativ­as de los inversioni­stas y los empresario­s. Unas expectativ­as devaluator­ias más allá de lo que requieren las condicione­s internas y externas serían corregidas rápidament­e, pues los mercados penalizan a los que se equivocan y van en contra de ellos, y en el caso de los mercados internacio­nales, los mismos todavía esperan una devaluació­n por debajo de la observada en términos anuales. Las tasas de interés están aumentando y el ritmo de la devaluació­n también, acercándos­e esta última a la frontera del 4.5%. Con una devaluació­n del 4.5%, el tipo de cambio terminaría en diciembre en RD$ 50.36, valor que podría ser consistent­e con los fundamento­s del nuevo panorama macroeconó­mico. Con ingresos por venta de bonos soberanos y de inversión extranjera más que suficiente­s para garantizar el financiami­ento del déficit de la cuenta corriente externa del año, una devaluació­n mayor que ya acumulada produciría una situación de subvaluaci­ón cambiaria que el mercado se encargaría de corregir a través del mismo tipo de cambio o del diferencia­l de tasas de interés.

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