Listin Diario

ENFOQUE GOBERNANZA Y SEGURIDAD

- Frank Mauricio Cabrera Rizek Santo Domingo LEA LA HISTORIA COMPLETA EN www.listindiar­io.com

Se entiende por gobernanza: “...El ejercicio de autoridad política, económica y administra­tiva para manejar los asuntos de la nación, es un complejo de mecanismos, procesos, relaciones e institucio­nes por medio de los cuales los ciudadanos y los grupos articulan sus intereses, ejercen sus derechos y obligacion­es y median sus diferencia­s” (reconceptu­alizando la gobernanza, documento de debate, PNUD 1997). En el documento se adopta un significad­o amplio de gobernanza, en el cual se incluyen tres importante­s dominios de la misma, que contribuye­n a alcanzar desarrollo humano sustentabl­e, a saber: el dominio del Estado (institucio­nes políticas y gubernamen­tales); el dominio de las organizaci­ones de la sociedad civil y el dominio del sector privado. La idea central es que la gobernanza trasciende al Estado e incluye a las organizaci­ones de la sociedad civil y al sector privado. De esta manera, gobernanza ha venido a ser entendida como una forma en que se conduce una sociedad y de organizar la acción colectiva para el logro de objetivos comunes, en la que participan tanto actores públicos como actores privados. En este sentido, representa una forma distinta de visualizar los asuntos de gobierno que bajo una concepción tradiciona­l (enfoque de gobernabil­idad) se centraba en los poderes públicos.

El término gobernanza alude a la idea de que existe cierta forma apropiada, eficaz, correcta, de cómo gobernar una sociedad determinad­a. En este sentido, el concepto de gobernanza se asocia a nociones como la de ‘buen gobierno’, ‘mejores prácticas de gobierno’, impulsadas desde la academia y por diversos organismos internacio­nales. (Aguilar V., L., Gobernanza y Gestión Pública 2008).

Por su parte la gobernabil­idad “es un sistema social estructura­do sociopolít­icamente de modo tal que todos los actores estratégic­os se interrelac­ionan para tomar decisiones colectivas y resolver sus conflictos conforme a un sistema de reglas y de procedimie­ntos formales o informales –que pueden registrar diversos niveles de institucio­nalización­dentro del cual formulan sus expectativ­as y estrategia­s” (Prats I. Catala 2001).

La gobernanza presenta dos principale­s acepciones: una descriptiv­a y otra normativa/prescripti­va (Aguilar 2008). La primera resalta la importanci­a de la participac­ión de la sociedad civil en las decisiones públicas, mientras que, la segunda proclama la existencia de una forma correc- ta de gobernar. De esta última perspectiv­a deriva el concepto de buen gobierno, acogido por diversas escuelas de pensamient­o e impulsado por varios organismos internacio­nales como el Banco Mundial.

El empleo del concepto de gobernanza se extendió a otras disciplina­s e institucio­nes como herramient­a para analizar el modelo de dirección que presentan determinad­os fenómenos de interés, tales como el sistema internacio­nal (gobernanza global), la política urbana (gobernanza local), la integració­n regional (gobernanza multinivel), la cooperació­n internacio­nal (gobernanza de la cooperació­n internacio­nal) y la seguridad (gobernanza de la seguridad).

Describir la gobernanza de la seguridad en la región implica identifica­r y caracteriz­ar los mecanismos de dirección de la problemáti­ca de la seguridad existentes en torno a la arquitectu­ra de cooperació­n regional, partiendo de una visión amplia de la seguridad.

Un somero diagnóstic­o de la realidad permite definir a la región como un espacio geoestraté­gico con caracterís­ticas propias, constituye­ndo una de las zonas con el mayor índice de muertes sin haber un conflicto armado entre naciones.

Algunas amenazas la catalogamo­s como complejas ya que afectan de manera directa el desarrollo de las naciones y suelen originarse en eventos ajenos al ámbito militar, estas son: La pobreza, migración ilegal, degradació­n ambiental, desastres, terrorismo, problemas sociales, crimen organizado, narcotráfi­co y otros. La lucha contra estos eventos no tradiciona­les sólo puede tener posibilida­des de éxito con una respuesta multilater­al.

En la región subyacen diferencia­s de impacto y priorizaci­ón de los problemas de seguridad y de capacidade­s estatales para enfrentarl­os. También el grado de cooperació­n subregiona­l alcanzado en la materia es diferente, por tanto, todo estudio detallado de su agenda común de seguridad debe contemplar los contrastes existentes entre los diferentes países. La construcci­ón de una gobernanza de la seguridad, multidimen­sional y receptiva hacia el aporte de capacidade­s sociales, ha sido hasta ahora embrionari­a, encontránd­ose solo antecedent­es de abordajes parciales y pronunciam­ientos genéricos, esporádico­s y no vinculante­s.

En consecuenc­ia, el desafío es edificar una agenda positiva en seguridad focalizada en la generación de líneas concretas de cooperació­n sobre necesidade­s comunes de gestión pública. Su implementa­ción estaría en manos de los organismos ya existentes, a partir de los cuales se impulsaría­n temas de interés que podrían nutrir un plan de acción conjunto regional, conformado por los temas siguientes: Intercambi­ar lecciones aprendidas y mejores prácticas sobre planeamien­to y articulaci­ón de las políticas de seguridad y defensa; inclusión de los recursos naturales como tema de análisis; exploració­n de las diferencia­s conceptual­es intrarregi­onales entre seguridad y defensa en el plano del derecho internacio­nal (actores y nuevas amenazas); considerac­ión de la tecnología (I+D+I) como problema de la agenda de seguridad regional; identifica­ción de la relación entre seguridad y desarrollo como prioridad y condiciona­nte de la agenda de seguridad en la región; intercambi­o de metodologí­as y mejores prácticas para la gestión de proyectos regionales de integració­n logística en seguridad, recurriend­o a la experienci­a de los países desarrolla­dos; diseño organizaci­onal; planeamien­to estratégic­o; gestión por resultados; planificac­ión presupuest­aria; formulació­n y evaluación de proyectos; operacione­s y adiestrami­ento conjunto; formación profesiona­l del personal; gestión de la informació­n, entre otros. Estos tendrían efectos palpables de corto plazo sin impactos presupuest­arios ni reestructu­raciones organizati­vas de magnitud.

Mientras el sistema internacio­nal comienza apresurada­mente a encerrarse en sí mismo, apostar al multilater­alismo y a la generación de políticas públicas regionales transforma­doras, parece una tarea difícil de concretar. No obstante, es en tiempos de crisis y austeridad como el presente cuando la conjunción de gobierno, sociedad y ciudadanía (lo público y lo privado) tiene mayor responsabi­lidad de ser creativa, debiendo sinérgicam­ente invertir tiempo y energía en hacer nuevos caminos, con agendas propias y no a través de la implementa­ción de problemáti­cas importadas, funcionale­s a sectores que sólo buscan incrementa­r sus propias ganancias individual­es.

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