ENFOQUE GOBERNANZA Y SEGURIDAD
Se entiende por gobernanza: “...El ejercicio de autoridad política, económica y administrativa para manejar los asuntos de la nación, es un complejo de mecanismos, procesos, relaciones e instituciones por medio de los cuales los ciudadanos y los grupos articulan sus intereses, ejercen sus derechos y obligaciones y median sus diferencias” (reconceptualizando la gobernanza, documento de debate, PNUD 1997). En el documento se adopta un significado amplio de gobernanza, en el cual se incluyen tres importantes dominios de la misma, que contribuyen a alcanzar desarrollo humano sustentable, a saber: el dominio del Estado (instituciones políticas y gubernamentales); el dominio de las organizaciones de la sociedad civil y el dominio del sector privado. La idea central es que la gobernanza trasciende al Estado e incluye a las organizaciones de la sociedad civil y al sector privado. De esta manera, gobernanza ha venido a ser entendida como una forma en que se conduce una sociedad y de organizar la acción colectiva para el logro de objetivos comunes, en la que participan tanto actores públicos como actores privados. En este sentido, representa una forma distinta de visualizar los asuntos de gobierno que bajo una concepción tradicional (enfoque de gobernabilidad) se centraba en los poderes públicos.
El término gobernanza alude a la idea de que existe cierta forma apropiada, eficaz, correcta, de cómo gobernar una sociedad determinada. En este sentido, el concepto de gobernanza se asocia a nociones como la de ‘buen gobierno’, ‘mejores prácticas de gobierno’, impulsadas desde la academia y por diversos organismos internacionales. (Aguilar V., L., Gobernanza y Gestión Pública 2008).
Por su parte la gobernabilidad “es un sistema social estructurado sociopolíticamente de modo tal que todos los actores estratégicos se interrelacionan para tomar decisiones colectivas y resolver sus conflictos conforme a un sistema de reglas y de procedimientos formales o informales –que pueden registrar diversos niveles de institucionalizacióndentro del cual formulan sus expectativas y estrategias” (Prats I. Catala 2001).
La gobernanza presenta dos principales acepciones: una descriptiva y otra normativa/prescriptiva (Aguilar 2008). La primera resalta la importancia de la participación de la sociedad civil en las decisiones públicas, mientras que, la segunda proclama la existencia de una forma correc- ta de gobernar. De esta última perspectiva deriva el concepto de buen gobierno, acogido por diversas escuelas de pensamiento e impulsado por varios organismos internacionales como el Banco Mundial.
El empleo del concepto de gobernanza se extendió a otras disciplinas e instituciones como herramienta para analizar el modelo de dirección que presentan determinados fenómenos de interés, tales como el sistema internacional (gobernanza global), la política urbana (gobernanza local), la integración regional (gobernanza multinivel), la cooperación internacional (gobernanza de la cooperación internacional) y la seguridad (gobernanza de la seguridad).
Describir la gobernanza de la seguridad en la región implica identificar y caracterizar los mecanismos de dirección de la problemática de la seguridad existentes en torno a la arquitectura de cooperación regional, partiendo de una visión amplia de la seguridad.
Un somero diagnóstico de la realidad permite definir a la región como un espacio geoestratégico con características propias, constituyendo una de las zonas con el mayor índice de muertes sin haber un conflicto armado entre naciones.
Algunas amenazas la catalogamos como complejas ya que afectan de manera directa el desarrollo de las naciones y suelen originarse en eventos ajenos al ámbito militar, estas son: La pobreza, migración ilegal, degradación ambiental, desastres, terrorismo, problemas sociales, crimen organizado, narcotráfico y otros. La lucha contra estos eventos no tradicionales sólo puede tener posibilidades de éxito con una respuesta multilateral.
En la región subyacen diferencias de impacto y priorización de los problemas de seguridad y de capacidades estatales para enfrentarlos. También el grado de cooperación subregional alcanzado en la materia es diferente, por tanto, todo estudio detallado de su agenda común de seguridad debe contemplar los contrastes existentes entre los diferentes países. La construcción de una gobernanza de la seguridad, multidimensional y receptiva hacia el aporte de capacidades sociales, ha sido hasta ahora embrionaria, encontrándose solo antecedentes de abordajes parciales y pronunciamientos genéricos, esporádicos y no vinculantes.
En consecuencia, el desafío es edificar una agenda positiva en seguridad focalizada en la generación de líneas concretas de cooperación sobre necesidades comunes de gestión pública. Su implementación estaría en manos de los organismos ya existentes, a partir de los cuales se impulsarían temas de interés que podrían nutrir un plan de acción conjunto regional, conformado por los temas siguientes: Intercambiar lecciones aprendidas y mejores prácticas sobre planeamiento y articulación de las políticas de seguridad y defensa; inclusión de los recursos naturales como tema de análisis; exploración de las diferencias conceptuales intrarregionales entre seguridad y defensa en el plano del derecho internacional (actores y nuevas amenazas); consideración de la tecnología (I+D+I) como problema de la agenda de seguridad regional; identificación de la relación entre seguridad y desarrollo como prioridad y condicionante de la agenda de seguridad en la región; intercambio de metodologías y mejores prácticas para la gestión de proyectos regionales de integración logística en seguridad, recurriendo a la experiencia de los países desarrollados; diseño organizacional; planeamiento estratégico; gestión por resultados; planificación presupuestaria; formulación y evaluación de proyectos; operaciones y adiestramiento conjunto; formación profesional del personal; gestión de la información, entre otros. Estos tendrían efectos palpables de corto plazo sin impactos presupuestarios ni reestructuraciones organizativas de magnitud.
Mientras el sistema internacional comienza apresuradamente a encerrarse en sí mismo, apostar al multilateralismo y a la generación de políticas públicas regionales transformadoras, parece una tarea difícil de concretar. No obstante, es en tiempos de crisis y austeridad como el presente cuando la conjunción de gobierno, sociedad y ciudadanía (lo público y lo privado) tiene mayor responsabilidad de ser creativa, debiendo sinérgicamente invertir tiempo y energía en hacer nuevos caminos, con agendas propias y no a través de la implementación de problemáticas importadas, funcionales a sectores que sólo buscan incrementar sus propias ganancias individuales.