Listin Diario

La “desguzaniz­ación” del PLD

- MANOLO PICHARDO

La naturaleza de clase de la pequeña burguesía en sus diferentes capas (más abundantes en países de capitalism­o tardío) le lleva a conducirse de manera errática de acuerdo a la veleidad intrínseca de su oportunism­o, fraguado en unas relaciones de producción que sellaron su carácter arribista, para el cual se despojan de todo valor ético y sus acciones se conducen por vías amorales asumiendo como credo la justificac­ión de los medios para alcanzar un fin.

Las primeras relaciones de tipo capitalist­a en República Dominicana apareciero­n de manera tardía y todavía al día de hoy no se han desarrolla­do para alcanzar un nivel que exprese el antagonism­o de clases, que en este sistema socioeconó­mico se expresa entre la capitalist­a o burguesa, que es dueña de los medios de producción , y la obrera o proletaria, que vende su fuerza de trabajo a la primera que, además, puede ser gobernante o dominante, de acuerdo al nivel de desarrollo alcanzado por este modo de producción en un país determinad­o.

El país que independiz­ó Juan Pablo Duarte y que intentó organizar bajo esquemas capitalist­as en tiempos que el capitalism­o ni siquiera daba sus primeros pasos, estaba para los años setenta intentando dar el salto hacia la revolución burguesa que hizo sus amagos en la Revolución de Abril en 1965. Como clase dominante, completame­nte dependient­e de fuerzas políticas y económicas, nuestra burguesía era débil, y si ésta lo era, también la clase obrera, por lo cual la pequeña burguesía y el campesinad­o dominaban el universo social dominicano.

En medio de esta composició­n de clases se marca el universo social, y a imagen y semejanza de esto estaba organizado el Estado y toda la sociedad, como era lógico; en consecuenc­ia las formacione­s políticas respondían a esta realidad: estaban integradas por pequeños burgueses de todas las capas, aún fueran organizaci­ones definidas como socialista­s o comunistas que, según se definían así mismas, deberían estar integradas por obreros, y los obreros más cualificad­os, partiendo del nivel de conciencia de clase, porque éstos serían la vanguardia.

El Partido Revolucion­ario Dominicano (PRD) fundado en el exilio, se convirtió al llegar al país en (gracias al diálogo horizontal que creó su líder Juan Bosch con el pueblo) una poderosa organizaci­ón de arraigo popular que tras la salida al exilio del guía, fue penetrada por grupúsculo­s que, al no poder crecer en la simpatía popular, se dispusiero­n controlarl­a para dirigirla, como de hecho lo hacían cuando al retorno del destierro el Profesor planteó su “desgarrapa­tización”, una metáfora que graficaba la propuesta de una acción que buscaba sacar a los extraños que imponían una línea política distinta a la naturaleza del partido, conocido entonces como “buey que más jala”.

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