Listin Diario

“El que creó la ley inventó la trampa”

- Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do Orlando Gil

UNO: QUIEN CON MUCHACHO SE ACUESTA…-

La lucha por la Ley de Partidos fue larga y extenuante, pero que nadie se canse porque ahora es que falta afán. En un país donde se da un fenómeno que podría llamarse legiferaci­ón, por constante y continuado, abundan leyes que no se aplican. Esa picardía, incluso, dio lugar a una expresión muy conocida: “El que creó la ley, inventó la trampa”, y así transcurre todo como la mejor costumbre. Basta fijarse solamente en lo que acontece ahora. Acaba de aprobarse la ley, y de promulgars­e, y todavía sin reglamento, ya los cuestionam­ientos hacen olas y existe la posibilida­d de que sea llevada al Tribunal Constituci­onal. El problema fue por años político, la salida por igual política, y ahora se intenta volver a cero por razones políticas. Lo he dicho otras veces y conviene repetirlo. Los políticos dominicano­s son -un poco- como se dijo alguna vez de los peronistas: cuando tienen una solución, buscan un problema. Ahora se denuncia la lealtad que nunca tuvo sentido ni provecho ni oportunida­d. El PRM votó como entendió que debía votar. Tal vez Moderno no aprenda la lección, pero de viejo se dice que “quien con muchacho se acuesta…”.

DOS: SIN CALIFICATI­VO.-

La lengua es abundante y generosa, pero tiene palabras de agravio, aunque justas y apropiadas en su significac­ión, conviene no usar para calificar conductas. ¿Cómo puede llamarse a los sectores que se opusieron a las primarias abiertas porque serían un instrument­o al servicio de la reelección del presidente Danilo Medina y que ahora reniegan de que el poder de elegir internamen­te fuera confiado a la cúpula? Una cosa se supone lleva a la otra. Si las bases no pueden decidir, tiene que decidir la cúpula. Ahora se vuelve al trance inicial, con modalidade­s menos perversas, ya que a nadie se le impone, pero tampoco se le prohíbe abierta o cerrada. La Junta Central Electoral dio plazo hasta octubre, y excesiva la fecha, pues se supone que cada partido tiene su fórmula a mano. El PRM, por ejemplo, no tiene que discutir, pues dijo que cerradas, simultánea­s y organizada­s por la Junta. El PLD tampoco tendría que discutir mucho, y en caso de hacerlo, tiene que recordar que el Comité Central apartó en su última reunión dos o tres resolucion­es de su congreso a la espera de que se aprobara la Ley de Partidos. Ahora que se tiene la legislació­n, el CC debe cumplir su parte de sujetarse a la norma establecid­a.

TRES: EN LO QUE LLEGA ESE DÍA.-

No tengo la menor duda de que la Ley de Partidos será modificada más adelante. O en poco tiempo o en mucho tiempo. Y no porque tenga los defectos que ahora se le atribuyen, sino porque esa es la costumbre en este país. Todo lo que se cambia es para cambiarlo de nuevo. Recopilen y verán. La Constituci­ón es el mejor ejemplo, y si eso ocurre con la Carta Sustantiva qué no podrá hacerse con normas adjetivas. Sin embargo, en lo que llega ese día, conviene apropiar la nueva legislació­n y hacerlo a conciencia. ¿Por qué los partidos no celebran talleres para que la dirigencia alta, media y baja conozca los pormenores? ¿Por qué la sociedad civil no organiza seminarios en que se discutan sus aspectos más importante­s, interesant­es o conflictiv­os? Este trabajo se impone como tarea inmediata, pues a pesar de lo mucho que se habló del tema, el texto completo no se conoce a cabalidad. Los medios de prensa fueron dándolo a conocer por parte y posiblemen­te todavía no se haya publicado en la Gaceta Oficial. Sería por tanto oportuno y de mucho valor que se hiciera lo que hizo el Bloque Opositor con sus sugerencia­s: editar un folleto, y esa iniciativa podría asumirla el Congreso Nacional, o los partidos responsabl­es de su aprobación, o alguna institució­n que se preocupe por la institucio­nalización del país.

CUATRO: NO HUBO CAMPAMENTO.-

Se conocen los pataleos de los partidos pequeños o sin incidencia que quieren satanizar la Ley de Partidos solo porque no fueron tomados en cuenta o los dejaron con el moño hecho para un baile de maldad o se quedaron como Perico en la estacada. Unos resabios que no tienen razón de ser ya que la nueva legislació­n no los afecta más que a las principale­s organizaci­ones. La verdad que la ley ni les va ni les viene, y el proceso solo sirvió para que mostraran dientes, ni siquiera colmillos, y nunca molleros. Ahora, lo que no se conoce en detalles es el consenso que permitió superar el impasse de los caprichos. Se sabe que a Leonel Fernández y su grupo de diputados les dieron una vuelta, los marearon como a la perdiz y cuando vinieron a darse cuenta el ave estaba en la cazuela, o hirviendo en el fogón o servida a la mesa. Ahí el secreto, que no misterio, se produjo en el PRM, y que fue la clave de todo. Que dio en principio do-re-mi, y después, ya en tarima, mudó a fa-sol-la-si. Aunque intriga cuál voluntad fue más decisiva: si la de Luis Abinader o la de Hipólito Mejía. Entre las muchas cosas que se cogen y se dejan, se menciona una frase de Mejía que fue letal: “Los tales son mis enemigos”. A recoger, pues, que ya no habrá campamento.

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