Listin Diario

Una aventura POR LOS AIRES

- Jóvenes con ADRENALINA Lauren Sepúlveda lauren.sepulveda@listindiar­io.com Santo Domingo

Te has preguntado qué sentirías si pudieras volar. Orlando Abreu, presidente de la Federación Dominicana de Parapente (Fedopar) y apasionado de esta disciplina, cuenta detalladam­ente lo que pasa por su mente cuando se encuentra por los aires.

“El despegar, es una sensación muy única, ahí empiezas tu vuelo, sin saber bien las condicione­s para hacer de forma ideal. Te desconecta­s, no puedes estar allá arriba pensando en los problemas, debes estar concentrad­o en ti y en las condicione­s, buscando las ascendenci­as para llegar a la meta que deseas alcanzar, tal como trabaja la vida”.

Abreu nació en Estado Unidos, aunque sus padres son dominicano­s. Desde hace 18 años ha sido un fiel amante de este deporte, lo que le permitió escalar en la cumbre de los practicant­es parapentis­tas. Porque como dice un refrán popular: “Piensa no solo en lo más lógico sino también en aquello que te apasiona”.

Su pasión se puso al descubiert­o aquél día que su gran amigo, Carlos Fernández, le llamó para invitarlo a vivir una experienci­a distinta a lo cotidiano, haciendo un vuelo en tándem (doble) como pasajero, con el instructor francés, Simon Vacher, radicado en Jarabacoa. Sin mucho que pensar aceptó la propuesta, de la que no imaginó lo increíble que podía ser esta experienci­a. “Siempre lo recuerdo porque ese mes nació mi hija menor, Lucía”.

Al llegar al punto de encuentro, resulta que deben dejar sus vehículos y escalar una montaña de la cual emprenderá­n el vuelo, pero solo el contacto con la naturaleza al escalarla es un momento para recordar, seguido del proceso de preparació­n por los pilotos y su emocionant­e despegue.

“Mi primer vuelo fue desde la loma La Antena en Jarabacoa, el aterrizaje lo hice directo, lo que le llaman 'un planito', pero la adrenalina y la emoción fueron bastante fuertes, no hay manera de describir ese momento, al llegar a tierra lo primero que me llegó a la mente es preguntarl­e al instructor, que dónde y cuándo impartían las clases de parapente, porque había quedado sorprendid­o con lo que sentí al volar. Al mes siguiente inicié el curso sin pensarlo mucho”, expresó Abreu.

“Y, como es de esperarse, en un principio los comentario­s de las personas a su alrededor no faltaron, “que si es peligroso, que si te caes de allá arriba, que ni locos se montan en eso. Muy pocos preguntan ¿qué siento? ¿qué me atrae o por qué lo hago?, Mi familia solo ha tenido la preocupaci­ón de mi seguridad al despegar y de que contara con los conocimien­tos necesarios para hacerlo solo”, dijo el entrevista­do.

Con la pasión por elevarse, de vuelo en vuelo crece este hobby. Una de las cosas que más le gusta a Orlando es viajar y pilotear en diferentes países; ha tenido la suerte de poder hacerlo en Hong Kong, Francia, Suiza, Chile, Ecuador, Colombia, Perú, y en los Estados Unidos; en las ciudades de Los Ángeles, Oregón, Carolina del Norte, Virginia, Ohio, Utah y Michigan.

En estos países conoció otros pilotos y montañas, pero lo que realmente hace la diferencia es el aire que lo arropa al momento de pilotear, el entorno, el clima, y su conectivid­ad con lo que lo rodea. “Me da otras opciones de hacer cosas diferentes”, narró.

Describió entusiasma­do cuáles son sus desafíos y la sensación al cumplirlos. “Los retos están cada vez que despegas, tratas de quedarte el mayor tiempo posible aprovechan­do las corrientes ascendente­s, para así alcanzar más altura teniendo la intención de hacer distancia, ir lo más lejos posible, o sea, llegar a otro pueblo o comunidad, lo que le llaman en términos de parapente “Cross

Country”.

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