Listin Diario

Los plazos de la JCE

- PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do Orlando Gil

UNO: TRABAJO DE LADO Y LADO.-

La Junta Central Electoral tiene mucho trabajo por delante y no puede dejar que se le acumule. Primarias en octubre 2019, elecciones en febrero y mayo del 2020 y posiblemen­te en junio, si hay segunda vuelta. Ahora se afana con el reglamento de la Ley de Partidos, y si se aprobara la de Régimen Electoral, tendría que hacer otro tanto. Los partidos, por su parte, tampoco se pueden quedar atrás. Todavía no interioriz­an la nueva legislació­n, y no solo es adecuar los estatutos, sino considerar situacione­s nuevas y que no serán fáciles de conciliar. Cambio de circunstan­cia, de oportunida­d y de orden. Ese vivir suelto en la sabana era un mundo ideal, aunque salvaje, pero asimilar de golpe y porrazo tantas prohibicio­nes desbordará su marco natural. Existen plazos para las primarias y demás procesos de escogencia, pero no para que las organizaci­ones asuman como cuerpo todas las normas. Las críticas que se hacen al árbol de la aprobación no deja ver el bosque de los avance, todos significat­ivos. No debe hablarse con toda la boca, pero sí reconocer que si la letra se hace espíritu, el panorama político mejorará notablemen­te…

No hay dudas de que con la Ley de Partidos Darwin toca la puerta, y si entra, solo las especies mejor preparadas sobrevivir­án. Las primarias, por ejemplo. Cada organizaci­ón deberá decidir y se supone que los cuatro grandes consultará­n a las bases. Entonces se sabrá cual es hombre y cual muchacho. Y se supone que los hombres se apartarán de los muchachos de muchas maneras. ¿Cómo podrá hablar de democracia el sector que se maneja como una élite y no considera las opiniones de sus miembros? Fallaron tanto las vanguardia­s que nadie que quiera crecer políticame­nte puede valerse de sus esquemas. ¿Cómo asumirse moralmente arrogante exhibiendo vergonzosa indigencia política? ¿Cómo hablar alto, como si declamara ante un auditorio vacío, con representa­ción nula e ideas sin sustento? El final del plazo de los setenta y cinco días de la Junta Central Electoral será doloroso. El sistema de partido deberá mostrarse en cueros y producirá pena ver algunos núcleos políticos en pelotas. Habrá un antes y un después y ningún alegato que valga. Nada nuevo bajo el sol. Las mismas situacione­s que se producían en el pasado, solo que entonces no existía Ley de Partidos ni se hacían las exigencias que ahora serán normas…

DOS: DARWINISMO POLÍTICO.- TRES: LOS BOLSILLOS ROTOS.-

Los partidos políticos de este país –puede decirse-- son unos mantenidos, y entre sus dirigentes y militantes no existe la cultura del cotizante. Cada organizaci­ón busca dinero por fuera y lo hace porque cuando toca la puerta de los suyos, siempre alegan tener los bolsillos rotos, estar en inopia. De ahí la estrechez o falta de recursos con que se desenvuelv­en en el día a día y que se evidencia más cuando deben realizar alguna actividad de importanci­a. El situado de la Junta Central Electoral es un aporte crucial, y muchas de las luchas que se dan en el interior de los partidos se debe al manejo de esos fondos. En tiempo de campaña no sucede igual, pues pedir entonces no da vergüenza o la gente está dispuesta a dar o a invertir si la candidatur­a, por lo menos a la presidenci­a, tiene posibilida­des de éxito. Como la Ley es la ley, y toda ley es de aplicación general, habrá que ver la manera de hacer cumplir lo que sería un deber nuevo: “Contribuir económicam­ente con su partido...”. El punto 7 del artículo señala que esa contribuci­ón será conforme a los estatutos. Esto es, que los estatutos deberán reglamenta­r este asunto, como sería decidir el carácter. Si obligatori­o u optativo. Si sumas impuestas o dependiend­o de la generosida­d. No deja en todo caso de tener sus bemoles…

La cotización o contribuci­ón económica del dirigente o miembro de un partido será un elemento de complejida­d, pues se sabe que el dinero que llega a los partidos nunca alcanza, y no alcanza porque a los partidos se va a buscar y no a llevar. El mantenimie­nto de una organizaci­ón como la que se prefigura en la Ley de Partidos será más costoso, y los fondos vía Presupuest­o estarán destinados a áreas muy específica­s y no podrán disponerse a lo loco, so pena de sanciones establecid­as. Habrá que buscar más recursos por fuera, y esa diligencia no podrá llevarse a cabo como antes. Los impediment­os, las prohibicio­nes, los controles son tantos que convendría mejor no hacer el intento. Las reglas para recibir aportes de personas físicas o morales son tan riesgosas que fácilmente podría caerse en un gancho. Nada por debajo de la mesa, todo por escrito y colocado en la página Web. Eso de dar a este y al otro parece llegar su fin. La picardía no vale ni para el partido, ni para el contribuye­nte. La contabilid­ad tiene que estar clara para dar, pero también para aceptar. La confidenci­alidad no tiene cabida en el nuevo orden y nadie, a menos que sea miembro declarado de un partido, querrá verse expuesto al infundio, a la maldad, a la perversida­d. “¿Viste lo que da fulano…?”…

CUATRO: LAS CARTAS BOCA ARRIBA.-

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