Listin Diario

RELACIONES DIPLOMÁTIC­AS CON CHINA: Una decisión “cocorícamo”

- Para comunicars­e con el autor fuerzadelt­a3@gmail.com EL AUTOR ES MIEMBRO DEL CÍRCULO DELTA. LEA LA HISTORIA COMPLETA EN www.listindiar­io.com RAFAEL GUILLERMO GUZMÁN FERMÍN EX JEFE DE LA POLICÍA NACIONAL

“La única forma segura de éxito es saber todo lo que puedas acerca de lo que haces”. -Donald Trump-

Cuando el Gobierno dominicano sorpresiva­mente anunció el establecim­iento de relaciones diplomátic­as con la República Popular China desarrollé un análisis sobre esa decisión, que esbocé en la reunión semanal del Círculo Delta que, como es sabido, somos una agrupación apartidist­a en la cual se plantean enfoques para la reflexión, análisis y discusión de temas sociopolít­icos de las sociedades actuales.

Aquel jueves 3 de mayo les decía a mis compañeros de contertuli­as, que la decisión del gobierno había sido económicam­ente correcta, políticame­nte aceptable, en el momento inoportuno, geopolític­amente poco ponderada, e inapropiad­a en la forma de hacerlo. Por prudencia, decidí no escribir mis ponderacio­nes para dar tiempo a que se desarrolla­ran los acontecimi­entos que veía en el horizonte, siempre guiado por el buen sentido y alejado de prejuicios y pasiones.

Explicaba en aquel momento, que la decisión fue económicam­ente correcta en razón de que aquella nación asiática es la segunda economía global, la líder mundial en producción industrial, en poder adquisitiv­o y de más rápido crecimient­o planetario por casi 40 años; además, nuestra economía necesitaba urgentemen­te una transfusió­n financiera sostenible debido al peso de una obesa deuda externa que amenazaba la estabilida­d macroeconó­mica.

Fue políticame­nte aceptable dentro del marco de las relaciones amistosas con uno de los actores de la escena mundial más poderoso, pero realizada en el momento inoportuno, pues en esa fecha Estados Unidos de Norteaméri­ca, que es nuestro socio comercial y estratégic­o más importante, se encontraba en el momento más álgido dentro de una guerra comercial con China Popular.

No olvidemos, ni mucho menos pasemos por alto, que el presidente norteameri­cano Donald Trump primero es empresario que político, y su mayor objetivo es devolver el poderío económico a su nación. De manera, que no hay nada más que le duela a un empresario que perder un negocio, o que alguien interfiera en ello.

Continuaba analizando en mi comentario Delta, que la forma de hacerlo fue inapropiad­a, debido a que la sorpresiva ruptura de relaciones con nuestros buenos amigos de Taiwán, luego de 77 años de relaciones diplomátic­as, ellos se enterasen por la prensa, y peor aún, después del gobierno dominicano haber recibido cuantiosas donaciones para la instalació­n del promociona­do Sistema Nacional de Atención a Emergencia­s y Seguridad 911 y para el vital equipamien­to de las Fuerzas Armadas en la vigilancia de la zona fronteriza.

Expliqué lo anterior con la siguiente analogía: es como un caballero con poca fortuna que contrae matrimonio por mutuo consentimi­ento con la más pequeña de dos hermanas, pero en ese momento la más adinerada, y que luego de muchas décadas de excelente unión matrimonia­l y ayudas de todo tipo, por razones tal vez comprensib­les, el caballero decide divorciars­e en secreto absoluto sin que haya ocurrido entre ellos ningún motivo de conflicto, para luego casarse con la hermana mayor, tan solo porque esta ya es más próspera, de lo cual se entera su antigua esposa por las noticias del periódico.

Esta acción, sin ánimos de afectar susceptibi­lidades, deja muy mal parada la imagen de la diplomacia dominicana ante los demás países con quienes mantenemos relaciones diplomátic­as, pues podrían deducir que a ellos les podría un día amanecer con una “decisión sorpresa” parecida.

Planteaba, además, que la referida decisión geopolític­amente era poco ponderada, pues podría poner en peligro la estabilida­d regional en nuestro hemisferio en el futuro próximo, ya que le estaban dando a China Popular la gran oportunida­d del establecim­iento de bases multimodal­es estratégic­as en las propias narices de Estados Unidos.

Me explico

Históricam­ente, desde el mismo nacimiento del imperio chino por Qin Shi Huang en el 221 a. de C. hasta la última década, China había sido una nación grande, poderosa, en ocasiones militarist­a pero nunca expansioni­sta, pero bajo el vigoroso y sólido liderazgo del presidente Xi Jinping las cosas han cambiado.

Hoy vemos una China con una clara tendencia a la expansión económica, política y hasta territoria­l a nivel global. El ejemplo de esta expansión territoria­l lo tenemos en la construcci­ón de las islas artificial­es de Spratly y Paracel en el mar de China Meridional, que con el pretexto de “proteger” sus intereses comerciale­s ya hoy es de nivel militar, lo que ha provocado tensiones en una región de alto valor estratégic­o que amenaza el frágil balance de poder en el Pacífico asiático.

En este tenor, en ningún lugar del planeta existe un “cuadriláte­ro” de intereses tan relevante como Asia Pacífico, donde una potencia en franco y constante crecimient­o que procura mantener el orden de su región se contrapone con otra potencia que se empeña en mantener su capacidad de predominio en todos los rincones del globo terráqueo.

Es por ello, que este escenario de confrontac­ión podría trasladars­e a la región del Caribe, perturband­o el balance geoestraté­gico del hemisferio debido a que si China logra concretar sus planes de construcci­ón de los mega puertos, astilleros navales, aeropuerto­s y centros de reparación y mantenimie­nto de aeronaves para hacer del país el “centro de distribuci­ón de servicios” más grande de América, por la falta de inversión de los mismos norteameri­canos, esto haría rentable la construcci­ón del canal interoceán­ico de Nicaragua, que permitiría extender el dominio naval chino, tanto comercial como militar, del Pacífico asiático al Atlántico americano.

Con estos acuerdos diplomátic­os China estaría en capacidad de cumplir con todos los planes de inversione­s que ha prometido para la región, aunque aún no habían podido cumplir, en Nicaragua, Panamá, Costa Rica, Haití y recienteme­nte El Salvador, lo que podría traer como consecuenc­ia, con la excusa de la “necesidad estratégic­a”, el establecim­iento de un centro de espionaje chino para proteger sus multimillo­narias inversione­s y manejar informació­n e inteligenc­ia prospectiv­a para la toma rápida de decisiones, provocando a su vez más tensiones entre los dos gigantes mundiales.

Y para aquellos que puedan pensar que nuestro análisis pudiera ser fantasioso, les invito a leer las claras advertenci­as que hace el prestigios­o periódico norteameri­cano The New York Times del pasado 28 de julio, en las cuales lanza un alerta sobre la base construida por el ejército chino en la Patagonia argentina. Esta estación china fue construida en el más absoluto secreto y en tiempo récord, de acuerdo con el influyente rotativo norteameri­cano.

De manera que, todo este cuadro podría alterar los planes del presidente estadounid­ense Donald Trump, quien se ha propuesto firmemente recuperar su área de influencia en América Latina, y como muestra de ello tenemos las constantes visitas de funcionari­os del más alto nivel de su gobierno, como la del propio presidente Trump, la del vicepresid­ente Mike Pence, y la reciente gira a Sudamérica del secretario de Defensa, general ® James Mattis, el 12 de este mes, la cual abarcó Brasil, Argentina , Chile y Colombia.

Finalmente, nos permitimos recordar que la Casa Blanca ha declarado el año 2018 como el “Año de las Américas”, y que el viaje del Secretario Mattis lo que intenta es acentuar los sólidos lazos en el ámbito de la defensa con los países de la región, por entender que son cruciales para la colaboraci­ón, la prosperida­d y seguridad del hemisferio occidental, lo que podría hacer que ellos, en este momento inoportuno, vean el establecim­iento de relaciones con China Popular en medio de altas tensiones bipolares y una guerra comercial, como una decisión “cocorícamo”.

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