Empresarios, ¿cómo vamos de cara a la revolución digital?
Buenas noticias: la mayoría de las empresas grandes ya entienden las oportunidades y los retos de la revolución digital. Las altas gerencias se proyectan en una economía en donde la competencia puede venir de cualquier parte, los modelos de negocio son frágiles y el cliente de cultura digital muy exigente y volátil.
El reto ahora es convertir esta visión en acciones dentro de la organización, no a través de iniciativas marginales como spin-off, hackatones o incubadoras, sino, desde el mismo corazón de la empresa, moviendo energías y fluidificando acciones.
Esta es la conclusión general del estudio global “La mayoría de edad digital” que publicó Deloitte con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en el pasado mes de junio de este año.
El aumento en el ritmo de los negocios, el cambio en la cultura, así como la flexibilidad en el lugar de trabajo, son los elementos más mencionados por los ejecutivos encuestados para caracterizar el nuevo mercado. Como consecuencia, los enfoques prioritarios radican en la capacidad de fomentar la experimentación y de tomar riesgos.
En este contexto, la función de la capacitación se hace fundamental. Un 73% consideran necesaria una actualización de conocimiento al menos cada 6 meses, 44% de forma continua. La capacitación deja de ser la transmisión puntual de un conocimiento, para convertirse en un aprendizaje permanente integrado a las funciones de trabajo. Así, la operación mejora constantemente gracias a experimentos guiados por las reacciones del mercado, las cuales se miden en tiempo real mediante plataformas de analítica de datos.
Otro pilar esencial es la necesidad de revitalizar el liderazgo, a todos los niveles de la organización. Lograr la agilidad significa dejar el tradicional liderazgo por objetivos y control, para impulsar una inspiración motivadora enfocada hacia el propósito del trabajo, con espacios abiertos a la innovación. La disrupción digital es comparable a un terremoto esperado. Se sabe que va a venir. Se desconoce en qué momento y con qué intensidad. Ignorarlo es suicida. El ADN empresarial debe promover la adaptación a diario de cada faceta del negocio a las aspiraciones de los clientes, aprovechándose de las tecnologías digitales.