Listin Diario

Luis Rafael Morin EN LA RUTA DE SU CORAZÓN

- Maritza Morillo Suero maritza.morillo@listindiar­io.com Santo Domingo

Ser piloto de motocross es una divertida aventura que cada instante envuelve más a los que disfrutan de ese apasionant­e deporte. Desafiar el peligro sin pensar en el riesgo al que expone su vida es algo normal en el diario vivir de Luis Rafael Morin, un corredor que al tomar el timón de su moto solo le pide a Dios que le proteja y le permita realizar la travesía sin ningún contratiem­po.

Su amor por la carrera surgió desde la infancia. Nacer en un ambiente cautivado por la adrenalina y la velocidad fue la clave que detonó en él la inclinació­n de seguirle los pasos a su padre, Luis Morin, un veterano que por más de 45 años ha dejado sus huellas en las principale­s pistas de competenci­as, tanto en el país como fuera.

“Ver a mi padre corriendo desde pequeño, crecer en un hogar en el que las conversaci­ones relacionad­as al tema eran como el pan de cada día y estar rodeado de trofeos, cascos y los uniformes utilizados por mi padre fueron despejando la ruta que mi corazón quería seguir”, cuenta el joven al hablar de sus hazañas como corredor de motores.

Inició su trayectori­a en 1995 cuando en complicida­d de su progenitor participó en su primera carrera a escondida de su madre, ya que ella no estaba de acuerdo por miedo a que le pasara un accidente en un deporte que, aunque conocía muy de cerca, no dejaba de inquietarl­a por el riesgo al que se expone.

Cuenta que en esa primera ocasión ganó el tercer lugar sin ningún tipo de práctica. “Recuerdo como ahora cuando el día anterior mi padre me preguntó ¿tú estás seguro que quieres correr?, lo miré a la cara y le dije ¡sí cien por ciento!, pues prepárate que mañana vamos ver si realmente das para esto”, comenta Morin, feliz por los logros alcanzados desde ese momento hasta la fecha.

“Esa noche llegamos a la casa con la sorpresa de mi trofeo en la mano, mi madre quedó en shok, mi padre y yo felices, y desde entonces empezamos a prepararno­s para la próxima carrera pero con el apoyo total de mi familia”.

Para este guerrero del timón, el motocross es algo inexplicab­le, según sus palabras al subir a la moto se desconecta de todo, solo se enfoca en la batalla que tiene que librar frente a sus contrincan­tes.

‘‘Al tomar el volante lo primero que hago es pedirle a Dios que me proteja y me cuide, luego que me entrego a Él, me siento libre y listo a emprender el vuelo lejos de todas preocupaci­ones que me impidan alcanzar el triunfo’’, confiesa.

¿Hábleme de la adrenalina que se apodera de usted al correr?

En este deporte es mucha la adrenalina que se vive. En cada salto, subida y bajada que se logra, la velocidad se apodera de ti y solo te enfocas en salir airoso y derrotar a los demás pilotos que compiten contigo. ¿Hacia dónde quiere llegar?. Coronarme campeón este año en la categoría que estoy compitiend­o, gracias a Dios vamos en primer lugar en el campeonato. ¿Cuántas competenci­as ha ganado y dónde?.

Alrededor de 50 y he competido en diferentes puntos del país, como en La Vega, Jarabacoa, Santiago Rodríguez, Santiago de los Caballeros, Dajabón, Puerto Plata, Constanza, Distrito Nacional y Monte Plata, también en Puerto Rico, y en el 2007 fui el único dominicano en participar en Marylan, en el 2007 en la competenci­a Mundial de Motocross de las Naciones.

Tiene algún consejo que recuerde de su papá.

Antes de cada carrera mi padre siempre me da la bendición y con ella transmite la seguridad de que yo voy a ganar. “Suerte mi hijo, con fe, pa’lante” “vamo con to', eso es tuyo”, son las palabras que recibo de él previo a cada competenci­a. Proceso de preparació­n

Para Morin mantenerse activo y con la ligereza que requiere este deporte practica un mínimo tres veces por semana.

Su rutina empieza a las 5:00 de la mañana motando bicicleta hasta las 7:40. Recorre 50 KM durante tres días y los martes en la tarde se va a la pista a entrenar en la moto. Cuando se acerca la competenci­a se concentra más en el entrenamie­nto para lograr mayor rendimient­o, dice Morin, quien además se dedica a la venta de vehículos y es propietari­o de un centro de fisioterap­ia.

El orgullo de pertenecer a una familia de motocrosis­ta es una de las grandes satisfacci­ones que siente este joven, socio de la Federación Dominicana de Motociclis­mo y la Asociación de Pilotos de Motocross de República Dominicana. Agradecido

Rafael Morin agradece a Dios por la dicha de contar con el apoyo de su padre y de su hermano Luis Miguel, así como de su tío Roberto Morin, tres hombres que han sabido maniobrar el timón de su motor en busca de obtener la victoria.

También valora la entrega de su madre Angie Fondeur. Le agradece por llevarlo presente en sus oraciones. “No puedo dejar de mencionar a mis hermanas Melissa y Mariela, y a mi esposa Angélica”.

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En esta travesía la prudencia es la aliada perfecta a la hora de hacer cosas fuera de lo normal para evitar caídas y golpes.
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