Los padres chinos sí quieren que sus hijas sean princesas
En un mundo sumergido en la ola feminista, las nuevas generaciones de padres en China continúan fomentando la diferencia entre sexos y muchos de ellos educan a sus hijas como si fueran princesas, una tendencia que da lugar al florecimiento de negocios que siguen adueñándose del color rosa.
En la ciudad de Shanghái (este del país) está a punto de abrirse la tercera tienda de Twinkle, un espacio de juegos para niños con restaurante para padres y que incluye una zona de spa para niñas.
“No creo que sea mala influencia para las niñas. Es como el juego en el que los niños interpretan los roles de sus padres”, cuenta a Efe Lou Xiaoiu, una madre de 32 años, mientras su hija Ivy, de 5, tiene la cara llena de rodajas de pepino y una estilista le pinta las uñas de vivos colores.
Manicura, pedicura, masajes y zumos naturales en un recinto con asientos rosas, niñas vestidas con albornoces y diademas de ese mismo color, y con madres dispuestas a pagar los entre 150 y 280 yuanes (1935 euros o 22-41 dólares) que cuestan los servicios de este floreciente negocio.
“Con el desarrollo económico de China, algunos padres todavía respaldan los puntos de vista típicos de género (...) y creen que las niñas deben criarse para ser bellas y tranquilas, mientras que los niños deben ser criados para ser masculinos”, cuenta a Efe Lixian Cui, profesor de psicología del campus de NYU de Shanghái.
Mientras en el mundo se está produciendo una auténtica revolución social en pro del feminismo (y su implícita igualdad de géneros), muchos chinos siguen abrazando estereotipos y educando de modo diferente a niños y niñas.
Dentro de sus posibilidades, cubren todas las necesidades de ellas y las rodean de lujos mientras que a los niños se les transmite la idea de que “tienen que trabajar duro, hacer esfuerzos para conseguir lo que quieren, sufrir y desarrollar la resiliencia”, explica Cui.
Una de las razones de que esto se produzca “puede ser que estos padres quieren que sus hijas atraigan maridos ricos”, apunta el profesor, miembro del Chinese Families Lab, un proyecto que estudia cómo influyen en la paternidad y el desarrollo de los niños los cambios sociales, económicos y culturales que se están produciendo en el país asiático.