Almagro y Jottin Cury ante la OEA y este país
Abril es la marca país más honrosa de República Dominicana. Atentar contra Abril es desear que se “olvide” la intervención norteamericana, y los coroneles, soldados y civiles constitucionalistas entre todas las víctimas de la injerencia que contó con la OEA como proa y escudo.
Sumada a las armas insurrectas, la palabra sublevada fue personificada por intelectuales, poetas, comunicadores y artistas en diversos géneros.
Como un soldado pluma en ristre, Jottin Cury fustigó a la OEA en su deber de hacerlo dignamente en nombre del pueblo dominicano invadido y atropellado. Mister Almagro puede montar un show mediático a golpe de pecho, pero jamás podrá limpiar de culpas a la OEA por sus crímenes de lesa humanidad contra los dominicanos en 1965.
Igual que otros, Jottin fue insignia y voz de los dominicanos.
Es irrespetar a Jottin Cury intentar “validar” llamando “desagravio” a hipócritas palabras de Almagro.
Pasados 50 años desde 1965, vale citar las siguientes palabras del historiador Juan Daniel Balcácer en el prólogo del libro “Jottin Cury, el Canciller de Abril”: “El doctor Cury figuró entre los primeros civiles constitucionalistas que se incorporaron de manera militante al movimiento revolucionario… al cabo de varios días, en vista de su prestigio profesional e intelectual, el coronel Caamaño, de acuerdo con recomendaciones de Juan Bosch, lo designó como ministro de Relaciones Exteriores, es decir, Canciller del gobierno Constitucional en Armas...”.
No hablo de la persona Jottin Cury. Es lo que hizo y la memoria histórica de Abril que le dan credenciales sobre la esencia del magno acontecimiento abrileño.
Acertadamente, el historiador Balcácer reproduce: 1) Ensayos, artículos y entrevistas, 2) Declaraciones de prensa en 1965, procedentes de los periódicos “Patria” y “La Nación” y 4) Documentos desclasificados del Departamento de Estado.
Además de página en alto relieve histórico, cantemos a coro: es el Abril de un país “en el mundo”, de un Caamaño en América y de un pueblo digno, merecedor de respeto, y no un desagravio contaminado.