Reto de Medina
Al margen de prejuicios y de los intereses que cuestionaron o gruñeron porque la decisión de escoger a los respectivos jueces no estuvo en sus manos ni a su alcance, las denominadas Altas Cortes -y muy especialmente el Tribunal Constitucionalhan llenado su cometido institucional. No tenemos la fortaleza ideal ni la cultura institucional que el país necesita para evitar travesuras y sobresaltos eventuales en su ordenamiento jurídico, pero sin dudas que entre lo que había y lo que tenemos al día de hoy hay un gran trecho; con errores y defectos, hemos avanzado. Especialmente sobre el Tribunal Superior Electoral, desde muy temprano se le comenzó a torpedear, apostándose –como lo consiguieron finalmente- al descrédito del órgano y a hacer saltar del cargo a sus integrantes. Se le reconocerá algún día –cuando las pasiones, los intereses y los actores políticos de estos tiempos salgan del escenario y no tengan roles protagónicos-, pero lo cierto es que el servicio, la paz social y la garantía jurídica que el TC y el pleno de ese órgano le ofrecieron a la nación con su última sentencia relativa al famoso “transitorio” aquel que se buscaba quitar de la Constitución, son de un valor extraordinario. Los magistrados, a unanimidad, se colocaron al nivel que le demandaban la responsabilidad y la circunstancia del momento, creciéndose como ciudadanos y como servidores públicos, sin reparar en posibles beneficios particulares ni en consecuencias personales. Así piensan y proceden los hombres (y hembras) que se respetan y que se dan a respetar. Eso es lo que los diferencia del montón.
Y a propósito de la convocatoria del Consejo Nacional de la Magistratura para el 2 de octubre que hiciera el presidente Danilo Medina, satisface que haya prometido un proceso “transparente, participativo y riguroso” para escoger a cuatro miembros del TC que ya cumplieron, y evaluar el desempeño de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia que cumplen en diciembre. Ojalá sea mera coincidencia – y no una respuesta- que se convocara el mismo día que el TC publicara la sentencia sobre el transitorio en la Constitución que prohíbe a Medina reelegirse. Justamente, lo que el país espera –y el reto mayor es del jefe del Ejecutivo- es que en el delicado proceso primen la sensatez, la prudencia y el equilibrio, a fin de revestir de la mayor legitimidad a los jueces escogidos, y para “fortalecer cada vez más las Altas Cortes”, como se dijera en el mensaje leído por el Consultor Jurídico.
Descalificadas un par de figuras que se sobrexpusieron con el tema, debe escogerse gente que sea primero seria y recta, sin ir a lo “apolítico”, sino a lo “no partidista”. Es clave, para no dañar ni retroceder.