TRABAJO SUCIO CAMBIO EN LA COMEDIA
ES GROSERA, MAL HABLADA Y CON OSCUROS PERSONAJES, ALGO NUEVO EN EL CINE LOCAL
Con “Trabajo sucio” se explora un mundo distinto a la hora de hacer cine humorístico en nuestro país. Esto porque, contrario de contar con los ya establecidos elementos propios de este género en la producción local, no importa el realizador que la haga, esta transita un camino diferente.
Y es que en la historia, escrita y producida por José Ramón Alamá y dirigida por David Pagan, no existe el pícaro de buen corazón, que hará muchas travesuras, pero que no es mala persona.
Todo lo contrario. Los personajes que interpretan Cheddy García, Kenny Grullon, Killadamente,
Pio La Ditingancia, Yasser Michelén, Nashla Bogaert,
Ovandy Camilo, El Mayor
Clásico, Vicente Santos y
Frank Perozo, representan la perversidad, la avaricia y la violencia, física y verbal.
Contrario a otras “comedias para toda la familia”, en esta comedia, todos son
“malos” y los instintos que los mueven (sobre todo encontrar los millones que se robó el funcionario en cuya casa trabajan) son los más bajos.
Pero esto no es algo negativo, ya que este es el universo en el que Alamá ha querido contar su historia, cuyo argumento ha sido comparado con el de la panameña “Chance” (Abner Benaim, 2009), algo que niega el autor de la presente, aunque en realidad tienen muchas similitudes. Ese mundo que muestra el filme, en el que se mueven este grupo de groseros personajes es el de la avaricia, y aquí también se pueden encontrar parecidos con las obras corales y que se desarrollan en un solo escenario, que realiza el español Alex de la Iglesia, sobre todo a “La comunidad”, en que el mismo pecado capital movía a una fauna despreciable de personajes.
Pero nada de esto está mal. Que se haga homenaje a otras cintas como el hombre muerto en la piscina al principio del filme (“Sunset Boulevard”, Billy Wilder, 1959) o que se exponga una historia en la que un grupo es movido por un fin, como se ha visto en muchas otras películas, no es malo.
Al contrario, resulta algo novedoso dentro de un país en la que casi toda la filmografía pretende ser politicamente correcta, familiar y aleccionador. Lo malo es que en esta no resultan graciosos los personajes groseros como en los filmes de De la Iglesia, sino que llegan a resultar realmente ofensivos, y lo que debería dar risa, en realidad molesta.