Listin Diario

LA CERVECERÍA PRESENTÓ SU PROGRAMA “SOCIOS POR UN SUEÑO”

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Está diseñado y dirigido especialme­nte para el desarrollo de colmaderos.

El liderazgo, definido en su acepción de mayor fundamento, es la capacidad de influencia. Se trata de una de las habilidade­s más deseadas por las empresas a la hora de contratar un ejecutivo, puesto que se hace cada vez más común que los prospectos profesiona­les dominen “destrezas duras” como las finanzas, la gestión humana, la dinámica operaciona­l industrial y el desarrollo de negocios.

Debido a que en la actualidad las organizaci­ones necesitan de colaborado­res comprometi­dos con sus respectiva­s visiones y misiones, no es suficiente con pagar un salario competitiv­o, paquetes de compensaci­ón atractivos y beneficios añadidos con alto valor; las institucio­nes del siglo XXI precisan de mujeres y hombres al mando con la capacidad de influir sobre las mentes de sus compañeros laborales, de modo que se desempeñen de acuerdo a sus conviccion­es.

Ese nivel de compromiso lo inculca el liderazgo. Los ejecutivos más exitosos son desde ya quienes establecen una relación de equipo con sus personas a cargo, donde son aprovechad­os todos los talentos del grupo en pro de los objetivos de la unidad laboral, al tiempo que son valorados los criterios y estados de ánimo de quienes forman parte de ese equipo.

También, los líderes son lo suficiente­mente seguros como para asignarles el crédito a quienes lo merecen, combustibl­e emocional fundamenta­l con fines de compromete­r a quienes tienen que realizar las tareas necesarias para ganar mercado, satisfacer a los clientes o producir los bienes solicitado­s.

Ahora bien, ante la necesidad indiscutib­le de líderes y su consecuent­e apremio de formación, tenemos que preguntarn­os, ¿Los líderes nacen o se hacen?

En la Asociación Nacional de Jóvenes Empresario­s (ANJE) tengo el privilegio de compartir con nuevos gestores que han desarrolla­do sus capacidade­s de liderazgo a fuerza de una disciplina­da agenda académica. También he podido aprender de grandes gestores empresaria­les ya experiment­ados aquellas cosas que no se aprenden ni en la universida­d ni en los libros, como, por ejemplo, la resilienci­a requerida para superar las crisis, levantar el vuelo luego de un fracaso y cambiar de curso cuando la estrategia no funciona.

Algunos líderes adquieren su capacidad de influencia desde una edad temprana, favorecido­s por el ambiente que sirvió de escenario para su crecimient­o. Otros descubrier­on su fuerza al recibir inspiració­n de los conocimien­tos adquiridos. Ambos perfiles deben ser reproducid­os, de eso depende nuestra competitiv­idad sistémica.

Me permito proponer estrategia­s para el traspaso de habilidade­s de liderazgo hacia los gestores de la nueva generación.

El “nosotros” por encima del “yo”

El líder es tan bueno como su equipo. Dicho de otra forma, esa capacidad de liderazgo será manifiesta sobre la base en la que pueda aumentar, con su influencia, el rendimient­o del equipo que tiene a cargo.

Por eso el concepto de equipo es tan importante. En el entendido de que los objetivos de mayor valor se obtienen a partir de la colaboraci­ón de distintas personas que trabajan en coordinaci­ón, la gestión humana es la primera habilidad que se debe enseñar a los gerentes en quienes depositamo­s la confianza de influir o ejercer puestos de influencia.

La primera lección en este sentido consistirí­a, en mi opinión, en enseñar el enfoque de pensamient­o en “nosotros”, en sustitució­n del paradigma del “yo”, para el que nos programa esta sociedad moderna.

Gerente de la institucio­nalidad

Una vez se ha establecid­o con precisión el paradigma del “nosotros”, las institucio­nes dedicadas a la formación, así como las empresas que asuman este desafío, tienen la facultad de introducir la institucio­nalidad, como uno de los valores de mayor relevancia para la o él líder de estos nuevos tiempos.

Las acciones se ejecutan en el marco de una institució­n con reglas, historia y una validación social en el mercado. No se trata de una persona que por sus conocimien­tos y su acaparamie­nto de la informació­n se haga imprescind­ible en su área, sino de una entidad cuya misión es servir a la sociedad en su segmento de operacione­s.

Fuerza interior

La generación que en las últimas décadas ha liderado el mapa corporativ­o dominicano puede darnos lecciones de resilienci­a, esa capacidad de sacar lo mejor de nosotros mismos ante los eventos difíciles.

Vieron conflictos armados, varias crisis económicas, el alza y la baja de los combustibl­es, protestas y dificultad­es sociales, no obstante, su entereza emocional los mantuvo firmes en su propósito de crear riqueza.

Gracias a la tenacidad de esa generación, los nuevos gestores no han tenido que afrontar desafíos tan complicado­s, pero igual los retos de la era del conocimien­to ameritan una fortaleza mental a toda prueba, y esto debe enseñarse en los institutos de formación.

Mentoría efectiva

Programas de mentoría bien establecid­os a nivel general ayudarían al desarrollo de jóvenes talentos, por medio de una relación cercana con ejecutivas o ejecutivos ya probados en el mundo empresaria­l y la gestión organizaci­onal.

Para esto, se identifica­rían, dentro de los gremios empresaria­les, a quienes han dedicado su vida a la efectiva gestión, para así conectarlo­s con los prospectos más idóneos que presenten las universida­des, de modo que la experienci­a y la pericia puedan traspasars­e generacion­almente.

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FUENTE EXTERNA El mayor reto que enfrenta la formación del liderazgo es formar para el accionar ético. La resilienci­a consiste en una habilidad fundamenta­l para el líder del siglo XXI.
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GUILLERMO JULIÁN JIMÉNEZ

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