BANDERAS ROJAS
SON LAS ACTITUDES VIOLENTAS O ‘MICROAGRESIONES’.
A propósito de los casos de violencia de género que han ocurrido en lo que va del año, es pertinente y necesario que tanto mujeres como hombres puedan conocer las señales de alarma que preceden y componen los actos de violencia. Escuchar sobre tantos acontecimientos debe servir para identificar cuando se pudiera estar navegando dentro de una relación violenta, en donde las banderas rojas se han levantado y se han ignorado.
Ahora bien, ¿qué son las banderas rojas? son aquellos comportamientos y actitudes violentas que podrían ser llamadas “microagresiones” y que se dejan pasar. Esto puede estar relacionado, según autores, a la normalización de la violencia de género en donde se invisibiliza, minimiza y se ven como cotidianas acciones violentas.
En ocasiones las personas entienden que una actitud violenta es cuando se llega al acto físico. Pero a esta acción le anteceden otras que traen consigo heridas de carácter psicológico que afectan a la persona. Desde el inicio, el agresor o agresora presenta sus tendencias abusivas a través de ciertos comportamientos. Estas son las banderas rojas.
Ejemplos de algunas de estas conductas pueden visualizarse cuando el agresor o agresora empieza de manera sutil a limitar los espacios que su pareja frecuenta, de igual manera elige o critica a sus amigos, inicia muestras de celos y pretende proteger de manera excesiva.
Elegir de manera autoritaria la ropa de su pareja o criticar la que tiene puesta, no permitir a su pareja salir sola por “querer protegerle”, elegir las amistades que entiende que “son mejor para su pareja”, realizar críticas constantes bajo la excusa de que quiere que la pareja mejore y se desarrolle, y realizar bromas sobre celos envolviéndolas en un falso romanticismo: “sabes que eres solamente mía o mío” o “lo hago porque te amo”, también pueden ser muestras de un agresor.
Todos estos discursos van orientados de manera que la víctima se sienta envuelta bajo la idea de que esa persona solo busca protegerla y que se preocupa por su bienestar. Es allí donde se debe hacer caso a estas banderas y no confundirlas con muestras de amor ni de cuidado, porque no lo son.
De acuerdo a los expertos, si se dejan pasar estos comportamientos se estaría adentrando en una relación violenta, en donde si no se le da salida a tiempo, estas manifestaciones crecerán como bola de nieve y los actos de violencia se intensificarán cada vez más.
Inmediatamente se identifique una de estas banderas, hay que poner límites claros, y si estos vuelven a repetirse, ya sea de la misma u otra manera, lo recomendable es poder salir de la relación.
A veces es difícil poner límites. Si esto sucede, es momento de buscar ayuda de un profesional. Esta puede servir para identificar las experiencias, pensamientos, sentimientos, relaciones y acciones que han estado caracterizadas por algún tipo de violencia.
De igual manera, puede ayudar a identificar experiencias de violencia que se instauran como parte de la forma de relacionarse. Luego de ser capaz de identificar, es donde el profesional ayudará a poner límites claros. Esto sirve para poder prevenir que la persona en lo adelante se envuelva en algún tipo de relación que replique o exprese de manera distinta la violencia. De no ser así, simplemente estarías manteniéndote dentro del ciclo de la violencia.
La violencia tiene distintos tipos de manifestaciones, por lo que es necesario educarse y educar a los demás respecto al tema.
Educar en base al tema debe ser llevado a cabo desde la infancia. Sorprende el pensar cómo muchas familias llevan un modelo de crianza en el cual se utiliza el abuso físico y psicológico para moldear la conducta de sus hijos. Corregir de manera agresiva crea en el niño la idea de que hay comportamientos que son merecedores de respuestas violentas. Del mismo modo, este modelo de crianza fomenta de manera errada la idea de que las personas que “protegen” son también agresores. Criar bajo un modelo de violencia crea patrones conductuales que pueden ser puestos en práctica de manera inconsciente en las relaciones con los demás.
Modelos violentos vividos desde la infancia normalizan la violencia. Es la normalización de esta lo que impide identificar las señales que dan alerta a manifestaciones violentas, las que anteriormente fueron denominadas banderas rojas.