UNA DIOSA JAPONESA EN EL CARIBE
(+) La unión de lo divino y lo humano materializa el significado de esta exposición mística que promete conectar al espectador con su ser interior.
Su nombre es Asura. En el budismo, hinduismo y zoroastrismo es la representación de una deidad divina o maligna; pero en las manos de la artista, sin extremismos religiosos, se revela una figura que identifica y caracteriza la naturaleza del hombre: lo bueno y lo malo.
Con su creación, Julia Castillo presenta un análisis de triple expresión: dos extremos adversos y un punto céntrico de mediación y equilibrio; se trata de 18 piezas que reflejan expresiones y están contenidas en una imagen femenina de tres identidades, tres rostros, tres emociones y tres miradas, que a través del simbolismo abstracto y de una mágica cohesión interactúan en un mismo entorno. Cada Asura es independiente y proyecta un sentimiento distinto.
Las pinturas fueron grabadas en papel fabriano y pigmentadas con acrílicos metálicos y tinta china.
El arte a presenciar es comunicativo y trascendental. Las creaciones están acompañadas de un texto poético inspirado en la métrica de versos orientales surgidos de impresiones que se hacen poesía: cortos y breves, apelan a las sensaciones y pretenden ser una puerta hacia lo sagrado, también denominados como “Haiku libre”.
La artista ha utilizado este tipo de verbalidad de manera expresiva para acompañar con palabras a las asuras, y describir las emociones y los sentimientos presentados en el aspecto gráfico de las obras.
La asura se explica en el verso, sin embargo, existe una asociación directa con la pintura y el que esté frente a ella; es posible que el espectador experimente “una terapia espiritual o conexión directa”, enfatiza Son Will Feliz, curador de la exposición artística.
Además de los versos, hay un detalle relacionado con la caligrafía japonesa, que forma parte de la obra: el círculo zen; un símbolo que representa el ensimismamiento, la plenitud, la fuerza y el universo. Esta es la verbalidad abstracta de los rostros de Asura.
En algunas de las obras aparece, también la imagen de una cruz, como sinónimo de fuerza y libertad.
La personificación es otro elemento analítico de esta exposición; la artista a través de sus trazos busca presentar una emoción o un sentimiento: sorprender, enfadar, alegrar, entristecer, neutralizar o esconder los gestos de las tres caras independientes de Asura.
Los triangulares hombros visten a la protagonista con una túnica que se convierte en un aspecto comunicativo y conecta con la temática de su alrededor.
Un entorno que representa interacción entre el espacio y el personaje central, es el tercer elemento de la muestra artística.
Asura se orienta en dirección a tres espacios: este, oeste y un tercero, que es la dimensión exterior de la obra, donde el espectador forma parte de este entorno de Asura y experimenta una sensación de “frontalidad casi real con la diosa”.
Detalles
Los textos en la pared, los elementos analíticos y la distribución de los paneles que sostienen las obras, son triples; se trata de un montaje en el que los detalles están directamente relacionados con el personaje central: Asura.
En cada extremo del salón se trabajan aspectos contrarios, desde la orientación de los paneles hasta las expresiones de las pinturas, y al centro el elemento unificador, una estatua de Buda que hace alusión a la ideología original del proyecto y transmite uno de los mensajes claves de la muestra: el equilibrio de lo bueno y lo malo, y la realización o el renacimiento del ser humano.
Esta exposición artística convierte a una deidad y diosa, vista en algunas religiones de manera negativa o positiva, en un personaje identificado por su creadora como femenino, que refleja la condición humana polifacética y variable que relaciona a los hombres con el inframundo y el paraíso.
Entras y te invades, es la consideración inicial de quien ingresa al espacio físico donde está Asura. El sonido de la fuente y los objetos que rodean el arte, convierten la exposición en una experiencia para meditar, reflexionar e identificarse con las expresiones y los sentimientos que proyecta la revelación Asura, una diosa japonesa en el Caribe.