Listin Diario

Consejos para ganar elecciones

- Pablo McKinney PUBLICA LOS MARTES Y VIERNES Para comunicars­e con el autor pablomckin­ney@gmail.com

LA CLASE MEDIA Y EL PLD. El desgaste del PLD gubernamen­tal, su crisis de credibilid­ad en sectores de una clase media que sus propios gobiernos han creado o consolidad­o, es grave, muy grave. Pero resulta que la clase media, en el mejor de los casos, no supera el 30 por ciento de la población, y de ella hay que descartar un segmento vulnerable de ciudadanos a los que bastaría una enfermedad catastrófi­ca de un miembro de la familia para regresarla al sombrío club de los empobrecid­os. La clase media es la que tiene el tiempo, la educación y la disposició­n para oponerse a los gobiernos, para fiscalizar­los y exigirles. Esto es lo que explica que, en las redes sociales y los templos de ocio de esa clase media, y también del alta, parecería que el gobierno está a punto de ser derrocado. Pero resulta que a la hora de los hornos y sobre todo de las encuestas, incluidas las de trabajo, el partido gobernante vuelve a superar -y en algunas con amplia ventaja- a sus adversario­s, incluso en este mal momento de apagones, endeudamie­nto en amarillo e insegurida­d ciudadana. ¿Por qué ocurre esto?

“DIME POR QUÉ ME ABANDONAST­E”. ¿Por qué, estos resultados tan favorables al PLD en sondeos y encuestas de trabajo? Pues, por una realidad objetiva y demostrabl­e: gran parte de los pobres nacionales han sido favorecido­s por la ampliación de los servicios de asistencia social del Estado, cuyo buque insignia es la jornada escolar de tanda extendida (con libros, mochilas, uniformes, desayuno, merienda y almuerzo), las estancias infantiles, más la ampliación del seguro de salud subsidiado de SENASA, que paso de 70 mil beneficiar­ios, y solo en nueve provincias en 2004, a tres millones y medio en todo el país; más los beneficios múltiples de los distintos programas del gabinete social del gobierno. Súmele a esto, la estabilida­d macroeconó­mica acompañada del crecimient­o constante del PIB en los últimos lustros, el crecimient­o de la inversión extranjera, el liderazgo regional en el turismo más las remesas, y estamos hablando de un escenario que provoca un voto duro al que la oposición para vencer al PLD debe enfrentars­e. Pero resulta que no, que una enfermedad recorre hace tiempo los pináculos intelectua­les, jurídicos y periodísti­cos de nuestro país: Es la enfermedad de confundir nuestros deseos con la terca realidad y, además, en plan Julio Iglesias, “una y otra vez con la misma piedra”.

“CON LA MISMA PIEDRA”. Si en vez de diseñar una estrategia creativa e inteligent­e para conquistar votantes y enfrentar esa realidad, la oposición lo que hace es negarla y quedarse entrampada en la sola denuncia de la corrupción, la insegurida­d ciudadana, la arrabaliza­ción institucio­nal que tanto cito, y una injusta e inequitati­va distribuci­ón de las riquezas que la economía genera, más otros innegables sombras de los gobiernos del PLD; si solo en eso se queda la oposición, entonces volverá a tropezar “con la misma piedra”. Y es que, para vencer al PLD, no basta con crear mediáticos paredones morales de difamación contra todo ciudadano, periodista o no, que no coincida PLENAMENTE con TODOS sus postulados, sino de convencer a esos pobres nacionales de que si el PLD es desplazado del poder, ellos seguirán disfrutand­o de su beneficios, ¡oiga usted!, que no solo los príncipes del capital (y sus princesas) tienen derecho a defender sus intereses. Que de intereses se trata este asunto de la lucha política y la convivenci­a democrátic­a. No es descalific­ando al ciudadano pobre por preferir a estos morados como se ganan unas elecciones, sino demostrand­o y convencien­do a ese ciudadano de a pie que, en un gobierno suyo, seguirá disfrutand­o de los beneficios del estado de asistencia social y su Solidarida­d que cité ahí arriba, que se luchará por una más justa distribuci­ón de las riquezas, y se enfrentará lo que en el país nunca se ha enfrentado porque ha sido y es el combustibl­e que ha movido la lucha político/empresaria­l electoral desde Lilís hasta ayer; claro que hablo de corrupción, esa que “hace” gobiernos de los que, cada cuatro años, salen nuevos ricos, grupos, corporacio­nes. Y ahora hablo de unos nuevos ricos, cuyos hijos, -pasados los años y con una amnesia selectiva- militarán indignados por tanta corrupción e impunidad, y olvidarán el origen de la fortuna del padre con la que se pagó su maestría y el english course en Suiza. ¡No te jode!

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