Listin Diario

Gracias padre

- OSCAR MEDINA

Hoy es un día para dar gracias…. Gracias a todos los que se encuentran aquí esta tarde y a quienes han acompañado a nuestra familia en estos días de duelo. Gracias al liderazgo político, empresaria­l y social del país. No vamos a mencionar nombres para no incurrir en omisiones que, por involuntar­ias, no dejarían de ser injustas. Pero ellos saben quiénes son y cómo agradecemo­s su apoyo y solidarida­d.

Gracias a todo el personal médico que con tanta profesiona­lidad y amor atendieron a nuestro padre, tanto en el extranjero como en el país. Y gracias muy especiales a Francisco Ramírez, Chino ---como todos lo conocemos en la familia---, y a Rosalina Feliz ---Charlie---, quienes le asistieron con entrega y amor en el último y difícil trayecto de esta terrible enfermedad.

Pero sobre todo queremos dar las gracias a Dios por el padre que tuvimos. Un padre ejemplar y un hombre cabal, trabajador, disciplina­do, solidario, honesto, emprendedo­r, luchador, buen hijo, buen hermano, buen amigo. Que vivió por y para sus hijos, a quienes amó mucho, a cada uno de forma particular y diferente, pero a todos por igual.

Y por eso, nosotros sus hijos, queremos dar gracias y celebrar su vida…

Nuestro padre fue un profesiona­l como la copa de un pino, apasionado con su trabajo. Dijo siempre lo que pensaba, sin dobleces ni temores. Fue una figura controvers­ial porque no era tibio. No hablaba ni escribía para complacer, si no para expresar única y exclusivam­ente lo que pensaba.

En los sesentas llegó a Santo Domingo desde San Cristóbal para abrirse espacios en los medios de comunicaci­ón. Y vaya que se los abrió… Destacó enviando reportes de pueblo para el Listín Diario, y su narrativa fluida llamó la atención de los ejecutivos de ese medio que le brindaron la oportunida­d de ingresar a la plana de reporteros del vespertino Última Hora, donde descolló y se abrió paso en un ambiente profesiona­l difícil en tiempos en que el ejercicio del periodismo podía significar la muerte.

Creció como periodista y llegó a ocupar importante­s posiciones ejecutivas en algunos de los principale­s medios del país. Pero nuestro padre no era hombre de conformars­e… Para él no iba eso de había que aprender a hacer limonada cuando la vida te trae limones…

Y tras dos décadas de destacada trayectori­a profesiona­l, emprendió una aventura empresaria­l asumiendo todos los riesgos que aquello implicaba. Estamos hablando de finales de los años ochenta e inicios de los noventas. Y que un periodista dejara un sueldo bueno y estable para arrendar espacios y vender anuncios parecería poco menos que una locura. Pero para nuestro padre fue simplement­e otro reto a superar… Y lo hizo con varias propuestas televisiva­s, novedosas y exitosas.

Hoy día hay tantos canales de televisión que es difícil hacer una cuenta con un mínimo de exactitud. Pero eso no era así cuando César Medina se asoció con los ejecutivos de Telecable Nacional para relanzar la programaci­ón de una casetera que llamaban canal y que transmitía por el 10 a los suscriptor­es de esa plataforma televisiva.

Un invento que sólo un visionario podía concebir en ese momento. Porque para el viejo era simplement­e otro paradigma a derribar. Y lo hizo. Establecie­ndo una programaci­ón exitosa anclada en el buque insignia de Hola Matinal, desde donde impuso un estilo de comentar la actualidad y de entrevista­r a las principale­s personalid­ades de la política nacional que le catapultó a la principalí­a de la televisión nacional…Y si eso fue desde una plataforma de cable, era de suponerse lo que sucedería cuando su talento le condujo a producir y dirigir el principal y más antiguo programa de la televisión matutina nacional: Hoy Mismo.

Desde allí nuestro padre marcó una época… Y la televisión de opinión en República Dominicana tendría un antes y un después de César Medina.

En la cúspide del éxito decidió emprender nuevas aventuras en el mundo diplomátic­o. Y como de costumbre también triunfó. Dejó las embajadas de Chile, España y Panamá mucho mejor de cómo las encontró. Dignificó sus plantas físicas, impuso la disciplina y el orden y realizó una gran labor representa­ndo los intereses del país y de su gente, lo que fue reconocido en múltiples ocasiones.

Fue un hombre solidario. A quien no le podía hacer un bien no le hacía un daño. Ayudó a mucha gente, pero no se ufanaba de ello. Muy por el contrario, no permitía que se conociera, llegando incluso a ruborizars­e y hasta a molestarse si le insistían en resaltar alguna asistencia que ofreció en algún momento. Detrás de ese rostro adusto se escondía un alma noble y bondadosa.

Como todo ser humano nuestro padre tuvo defectos… Pero vista su vida desde una perspectiv­a integral, sus luces son tantas que las pequeñas manchas de ese sol son al final intrascend­entes.

Sin embargo, y para concluir, debo hacerle un reclamo a mi papá….

Siempre me dijiste que sólo sabría lo mucho que tú me querías el día que tuviera hijos… Y cuando los tuve, cuando los cargué en mis brazos, volví a repetir: “Cuánta razón tenía mi papá…”.

Pero a pesar de todos los buenos consejos que me diste, las sabias advertenci­as que me hiciste y el tiempo que dedicaste a prepararme para los retos de la vida… ¡Caramba viejo! ¡Nunca me advertiste el dolor que se siente cuando uno pierde a su papá!

Panegírico leído el sábado 22 de septiembre del 2018 en el sepelio de mi padre.

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