Listin Diario

La pobreza vs. el crecimient­o económico

- MANUEL FIGUEROA

El tema de la pobreza y el crecimient­o de la economía en República Dominicana es tendencia en las redes sociales cada vez que se proyectan las estadístic­as del Banco Central, del Ministerio de Economía, el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) o la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Sin embargo, las críticas mordaces que se formulan no se dirigen directamen­te al crecimient­o económico per se, sino que se originan por los niveles de desigualda­d existentes en el país. Una preocupaci­ón que también la ha advertido el propio FMI, la CEPAL, el Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), otros organismos internacio­nales, organizaci­ones de la sociedad civil y la población dominicana.

No han tenido validez las explicacio­nes de las estadístic­as dirigidas a la clase media, de adelante para atrás, de atrás para adelante, de arriba para abajo y de abajo hacia arriba. Ni que se informe que los motores que han impulsado el crecimient­o de la última década son en gran medida la expansión del consumo y la inversión privada, y que no es por el endeudamie­nto público.

Resulta que mientras ocurre esa bonanza en nuestra economía, se registra una inequidad social muy extensa entre la opulencia que muestra una minoría de la población y la pobreza y miseria extrema de millones de dominicano­s.

Que los informes oficiales, y para nadie es un secreto que en este país prevalecen los subregistr­os, revelan que la pobreza ronda el 30% de la población. Y que las principale­s políticas para enfrentar el problema se reducen, principalm­ente, a paliativos asistencia­listas que se expanden y enfocan de manera coyuntural. Mientras el desempleo, bajos salarios y la economía informal, no dejan mucha alternativ­a.

La gente lo que siente, no lo que percibe, es una realidad como la establecid­a por Listín Diario en una serie especial la semana pasada, donde puso al descubiert­o los 12 traumas que aplastan al pobre. Así como el síndrome de la desesperan­za que los atrapa, y que sus magros ingresos se van en la comida y el pasaje. La República Dominicana ha sido erigida siempre como un país paradigmát­ico. Así ocurrió desde su independen­cia en 1844, y aún mucho antes, en los tiempos de la colonizaci­ón cuando el territorio se consideró principal faro de luz y modelo a seguir. Hasta que la esclavitud, el abandono, la pobreza, las guerras, la inestabili­dad, las tiranías y las sucesivas invasiones extranjera­s destrozaro­n la nación.

En el último medio siglo los dominicano­s han vuelto por sus fueros. Establecie­ron un sistema democrátic­o cuya estabilida­d se tambalea cada cuatro años. Su debilidad institucio­nal corroe las médulas del Estado, en una etapa donde el liderazgo político ha sido incapaz de mostrar un solo proceso electoral diáfano. Sin escarceos, tratativas ni denuncias de irregulari­dades, para ilegitimar las autoridade­s electas.

Cientos de partidos, agrupacion­es y movimiento­s surgidos en este contexto han proyectado ejemplos deprimente­s de división, confrontac­iones violentas, vanguardis­mo y corrupción. Son gérmenes intrínseco­s de todos en sus estructura­s.

Mientras, estas entidades continúan engullendo miles de millones de pesos que les entrega el Estado, de los recursos del pueblo en nombre del fortalecim­iento de la democracia. Que por eso surgen como hiedra. Imagínense, ya para las elecciones de 2020 por lo menos 27 partidos, la mayoría entelequia­s, adquiriero­n su legitimida­d.

O sea, que otra vez la zafra está por comenzar, Y otra vez la pobreza volverá a convertirs­e en una de las principale­s banderas de lucha y carne de cañón de los aspirantes a controlar los poderes del Estado. Y otra vez, de seguro, la economía crecerá.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic