Nada justifica una violación
Si Melton Pineda fuera guachimán o secretario, su discurso soez y su verbo ordinario tuvieran una audiencia limitada. Poquísimas personas estarían obligadas a soportarlo. El problema es que el individuo, de prontuario de cuidado, tiene un micrófono en la mano. Y esa almohadilla hace que sus juicios se propague a los sentidos de audiencias múltiples. Justificar una violación sexual por la ropa que lleve la víctima es un atrevimiento, una asquerosidad, un irrespeto. En un país con altas estadísticas de violación, incesto y asesinato posterior a la agresión sexual, que Melton Pineda vomite esta vagabundería, es una vergüenza nacional. Sabía que era miope, lo que faltaba por confirmar es la elevación de su machismo y desvergüenza.
Tú que hurgas en motivos para justificar una aberración, responde lo siguiente: ¿Qué ropa llevan los bebés que son violados? ¿Cómo visten las muchachas evangélicas que han sido violadas? ¿Cómo salen a la calle las cinco hijas que el exfuncionario del COBA, Juan Arístides Rodríguez, violaba desde la niñez?
Ni la ropa corta ni apretá; ni la coquetería, ni andar sola en la calle, ni tomarse una cervecita, ni andar con el ombligo afuera, justifica una violación sexual. Las causas de las agresiones sexuales son los violadores. Los mismos que se ríen con la muela de atrás ante es tipo de defensa.
Por episodios tan bochornosos como este es que la mayoría de las víctimas de acoso y violación no se atreven a denunciar. Las dudas de la familia, de la sociedad, las acorralan. Y encima son culpadas por el delito. ¿Dónde estabas? ¿Lo provocaste? ¿Qué ropa llevabas? Es parte del fastidio.
Al agresor sexual no le importa como vayas vestida. En ruta a la agresión sexual no perdonan bebés, monjas, estudiantes, ancianas. Si sabe leer, léalo bien Melton Pineda.