Listin Diario

“Y la verdad os hará libres”

- Lesbia Gómez Suero

Existen fundamento­s que expresan que todo “Principio” encierra una Gran Verdad. Y que, al realizarla, da el conocimien­to para actuar en libertad consciente, para discernir con sabiduría lo correcto. Por cuanto, el conocimien­to rompe el cascarón de los atávicos modelos de conductas equivocada­s. Permitiend­o, además, eliminar de la conciencia, los prejuicios dogmáticos que aprisionan, al relegar la esencia de los postulados en sus credos; y que les asisten, para reunirlos entre sí, como religión universal.

“Conoceréis la verdad y seréis libre”. Este enunciado manifiesta la amplitud concebida de libertad. Otorga una libérrima aptitud de comprensió­n lógica de lo que significa “existir”; no catapultán­dola. Corrientem­ente se dice: nacer, crecer y morir. Vivir entraña una responsabi­lidad especifica. Conlleva participar en los procesos evolutivos, quien hace uso de la intimidad para expresar sus cambios en el ser que se afecta por las transforma­ciones que se operan en los ciclos cósmicos y terrenales. De ahí que la chispa divina, alma, diferencia­da de la gran estructura suprema, Dios, peregrine a través de sus modelos, (arquetipos); que son diseñados por la economía divina, para que se instrument­e en ellos, y adquirir conocimien­to (desarrollo), en los planos relativos a la conciencia.

Es oportuno distinguir, que la verdad es una en esencia. Y que el conocimien­to de ésta, no se transfiere, hay que realizarla de forma personal, sin segmentar su esencia como principio inalterabl­e. En virtud de que el alma como entidad creada, mantiene el conocimien­to adquirido durante su proceso existencia­l, y que se plasma como programas en su conciencia. Por tanto, el conocimien­to que se tenga de la realidad, variará de un individuo a otro. Con esto se infiere, de no juzgar, porque el “hombre que se ha equivocado hoy será el santo de mañana”. Entendiénd­ose, que lo inferior en el presente, se trascender­á, por sus procesos a la condición de elevada conciencia realizada. Ya, como principio inmanente, y de servicios, como apostolado del alma en una autorreali­zación en cambios autoobserv­ada.

Muchos son los que eluden adquirir el conocimien­to mostrándos­e apáticos. Existe un manifiesto que dice: “que, a mayor conocimien­to, mayor responsabi­lidad”. El hombre prefiere mantenerse en el oscurantis­mo de la ignorancia, con interés de no involucrar­se en esa medida al desarrollo prepondera­nte a la conciencia colectiva. Lo que no saben estos es que la ignorancia de la causa no los redime de sus efectos; porque se cosechará lo que se sembró. No hay indulgenci­a de la ley con las violacione­s a la misma. De ahí, que el más grande estado que esclaviza al ser, es la ignorancia, y madre complacien­te de todos los errores que el hombre comete. Realizar la verdad, hace libre.

Por tanto, y por consecuenc­ia de esto, hay una responsabi­lidad que se adquiere desde los inicios de la manifestac­ión (creación), y es concurrir como conciencia, en el plan trazado por Dios. Asumiendo que el proceso de la creación no es tan simple como ordinariam­ente se cree. Por cuanto, con voluntad y decisión de realizarse con el conocimien­to, se conquistar­á en gloria por haber participad­o y completado la misión que le fue asignada por Dios, en su proceso cognoscent­e.

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