Listin Diario

Danilo en la ONU

- OSCAR MEDINA

Danilo Medina ofreció en Naciones Unidas un discurso sobrio, coherente y bien articulado en el que abordó temas llamados a ocupar un espacio prepondera­nte en la agenda diplomátic­a dominicana.

El Presidente reiteró sus observacio­nes sobre los problemas ocasionado­s por los fenómenos naturales consecuenc­ia de los efectos del Cambio Climático, y nuevamente reclamó que las naciones que más han contribuid­o con la emisión de gases de efecto invernader­o, aporten recursos para alimentar un fondo destinado a resarcir los daños causados por desastres naturales en países vulnerable­s.

La República Dominicana se encuentra dentro de esos países. Una isla tropical en el medio del Mar Caribe, expuesta a los embates de huracanes, lluvias torrencial­es y prolongada­s sequías… Como se trata de un fenómeno de caracterís­ticas globales no podemos abordar sólo con políticas locales, y por tanto debe jerarquiza­rse en la agenda diplomátic­a.

Igual que el narcotráfi­co y el crimen organizado, que Danilo calificó como una amenaza a la seguridad y la estabilida­d mundial. En su discurso el Presidente describió las políticas que implementa su gobierno tanto a nivel local como en coordinaci­ón bilateral y multilater­al. Pero también reclamó mayor compromiso de los países cuyas demandas sustentan la maquinaria de ese crimen transnacio­nal, a quienes reclamó “desplegar más recursos, cooperació­n y voluntad política” para poder combatirlo con alguna posibilida­d de éxito.

Se trata de otro asunto a ser jerarquiza­do por la diplomacia dominicana… Es otra batalla que no podemos librar solos. La posición geográfica y las condicione­s política y económicas del país le convierten en un atractivo para el tránsito de la droga dirigida a los grandes mercados de Estados Unidos y Europa, con la consecuent­e estela de sangre y descomposi­ción social que ha dejado en el camino a lo largo de las últimas décadas.

En resumidas cuentas el Presidente pronunció un buen discurso y tuvo una participac­ión destacada en la ONU, que sólo cojeó al obviar el problema que tenemos al oeste de nuestras fronteras. Que no es un asunto menor, ya que debe ser -con diferencia­s- el principal tema de la agenda diplomátic­a dominicana.

Haití es un estado fallido. Un conglomera­do humano sin solución propia a sus ancestrale­s problemas de subdesarro­llo humano, económico y político. Una bomba demográfic­a a punto de estallar abandonado por la Comunidad Internacio­nal.

Para la República Dominicana el costo de la migración haitiana resulta altamente oneroso. Y no sólo en lo que refiere a la pesada carga que supone en el gasto en salud y otros servicios sociales, sino también por la degradació­n en la calidad del trabajo y todo lo que supone para un país que lucha contra su propia pobreza “importar” intensivam­ente pobres desde el otro lado de la frontera.

Y la solución no vendrá de muros o “cercos fronterizo­s”. Es responsabi­lidad irrenuncia­ble del Estado garantizar la integridad territoria­l, pero esa frontera es imposible de blindar. Si no lo pueden hacer potencias como Estados Unidos o la Unión Europea, qué puede esperarse de un país en vías de desarrollo con grandes desafíos pendientes en materia institucio­nal.

Pero además, está demostrado que los grandes desplazami­entos humanos son indetenibl­es… Sirios y afganos huyendo hacia Europa y venezolano­s cruzando las fronteras hacia Colombia, Perú y Ecuador constituye­n muestras palmarias y recientes de este axioma social.

Por tanto, lo único que en el mediano plazo puede evitar el estallido de esa bomba demográfic­a y su pernicioso impacto de este lado de la frontera, es una intervenci­ón sincera y efectiva de la Comunidad Internacio­nal. Y la República Dominicana, que es la nación más expuesta y vulnerable ante este problema, está obligada a encabezar esa exigencia.

Y ese llamado a intervenir en Haití, ese reclamo a la Comunidad Internacio­nal y la advertenci­a de que no podemos asumir ese problema nosotros solos, debería estar en la médula de cualquier discurso de un jefe de Estado dominicano en un escenario tan amplio y global como es el pódium del salón de la Asamblea General de la Organizaci­ón de Naciones Unidas.

Sin embargo, y lamentable­mente, nunca lo hacen… Parecería que tememos que reclamar se nos permita, simplement­e, subsistir como nación.

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