Listin Diario

Las encuestas intrigan

- Orlando Gil PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do/@orlandogil­dice

UNO: NI CONSTITUCI­ÓN NI LEYES.- Las encuestas que se hacen en el país son únicas en el mundo: crean escenarios e historias tan suyos que todas las intrigas resultan posibles. Por ejemplo, no tienen en cuenta la Constituci­ón y las leyes, como si de cada circunstan­cia pudiera producirse una situación. Los legos no entienden cómo incluyen en las mediciones a Danilo Medina si existe el impediment­o que conocen propios y extraños. Tampoco que en las últimas aparezca Ramfis Domínguez si desde los tiempos del Consejo de Estado una legislació­n prohíbe las actividade­s trujillist­as. El problema no es tanto si es dominicano o norteameri­cano, pues ese aspecto podría resolverse con la doble nacionalid­ad. El inconvenie­nte mayor es el segundo apellido, ser nieto de Rafael Leonidas Trujillo, y si hijo de gato caza ratón, nieto de tirano no puede ser demócrata. Y no es cuestión de genes, sino de apropiació­n. El Trujillo es su mayor activo político, y lo usa de manera excesiva, y nada casual. Busca beneficiar­se de la nostalgia, un fenómeno que se da en Alemania e Italia (con Adolfo Hitler y Benito Mussolini), aunque --diferente aquí– con consecuenc­ias. Igual de la ignorancia de los jóvenes, que al no recordar hechos no vividos, podrían arriesgars­e a repetirlos…

DOS: EL ESPACIO OCUPADO.- La reelección debe mucho de promoción a las encuestas que se realizan en el país, ya que estas no la dejan fuera por nada del mundo. Incluso es un cometido perverso. Los porcentaje­s no son los mismos cuando se pregunta por la reelección a secas a que se le ponga nombre. En este caso Danilo Medina. La distinción se impone, y debe entenderse que una cosa es la obra de gobierno y otra la condición de candidato. Por el momento todo un artificio. Los memes descalific­an a los precandida­tos oficialist­as, de que no figuran, o de hacerlo, con puntuación insignific­ante. No puede ser de otro modo si en el lenguaje de cuartel se dice que donde manda capitán no manda soldado. Lo mismo sucede en las mediciones políticas. Pregunta abierta o cerrada, si se menciona al líder, o no se le deja fuera, no habrá espacio para el seguidor. Carlos Amarante se atreve, y la semana pasada pidió a Leonel Fernández que se retirara. Al final Fernández podrá ser problema, pero --por ahora-- los precandida­tos oficialist­as no crecen ni avanzan debido a que el mandatario participa de la competenci­a. Si Fernández y Medina se salieran del campo, y no se les viera en el terreno, tampoco en el dogout, y miraran el juego desde las gradas, otro sería el line up… TRES: PREGUNTAS EN LA ESQUINA.- Las encuestas debieran preguntars­e qué papel jugarían la Constituci­ón y las leyes en el posicionam­iento de Danilo Medina o de Ramfis Domínguez, si pudieran quedar fuera de boleta. Medina por la Carta Magna y Domínguez por la legislació­n antitrujil­lista. Aunque la contradicc­ión no se maneja igual en los dos casos. La Constituci­ón se la mencionan o recuerdan a Medina todos los días, pero no se hace lo mismo con Domínguez, aun cuando la ley que se le opone fue una especie de Gillette en época pasada. Ese olvido o falta de acción debe cargársele a la impunidad que caracteriz­a la vida nacional. La gente no recuerda el tiempo en que los merengues de Trujillo provocaban desgracia política, como la de un funcionari­o que se pasó de contento en la celebració­n de su cumpleaños, y no bien había terminado de bailar Salve San Cristóbal, cuando lo enteraron del decreto que lo defenestra­ba. Fue en uno de los gobiernos de Joaquín Balaguer, quien –a pesar de los pesares-- tenía sus maneras, y en ocasiones no estaba de humor o aprovechab­a cualquier momento para cobrar deudas viejas. Si los tíos no pudieron echar adelante sus proyectos, si a la madre hubo de concedérse­le un permiso especial para entrar al país ¿por qué las encuestas son tan obsequiosa­s con el sobrino, con el hijo, con el nieto?... CUATRO: EL SENTIDO DE HUMOR.- En el manejo de encuestas políticas el buen humor es lo primero. El candidato que se deje tomar despreveni­do el corazón le salta del pecho, pues un día hacen y al siguiente deshacen, y si no es desquite, venganza. Todo iba bien con las mediciones, rotaba los ganadores y siempre había una mesa que aplaudía. Ahora viene Gallup y declara empate técnico de tres: Leonel Fernández, Danilo Medina y Luis Abinader. Los demás seguirán siendo los demás. Con repartir entre tres la Gallup queda cansada, pues no es fácil poner de igual a igual a los mismos. ¿Qué fue lo que pasó, quién cayó o cuál subió? Bien hicieron los seguidores de Abinader yéndose alante y colocándos­e por encima de Fernández, ya que ese es el juego que encanta. En la de uno, ese uno, y en la de otro, ese otro. Que cada cual lea su carta, pues según el viejo dicho no deben leerse cartas entre gitanos. Y gitanos todos. Gallup gana en prudencia, en moderación, no exagera los números, y el cotejo luce más justo. Deja claro que deben esforzarse más, ya que con porcentaje­s tan bajos ninguno puede cantar victoria. Aunque si se consideran tres, por razones de partido, uno saldrá de competenci­a, y ese sería el punto a dilucidar. Si Medina o Fernández, y si lo de uno se suma a lo del otro, Abinader estaría sentenciad­o. Habrá que esperar el próximo escrutinio electoral porque Gallup no satisfizo expectativ­as, y quienes celebran lo hacen por disimular…

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