¿Se apagó el fogón?
Hace un frío que pela. Estamos en el valle de Lilís, antesala del Pico Duarte. Tres piedras del mismo tamaño, leña seca, hojas no mojadas, algunas gotas de gas como combustible, un par de fósforos y palante, ya tenemos el fogón encendido en un sitio cuidadosamente escogido.
Aunque van desapareciendo, no es raro encontrar todavía fogones rudimentarios, para cocer las comidas. En mis aventuras por las montañas, esta ha sido la forma práctica de encontrar una respuesta adecuada contra el frío, la oscuridad y para la preparación de la comida.
Pero, como no falta un pelo en el sancocho, se desata un viento fuerte o la lluvia trata de apagar el fogón. Es claro que ese fuego amenazado es la imagen más evidente de la familia.
La familia es un fogón, un hogar (focus), que irradia fuego, que es luz para poder ver en medio de la oscuridad; que calienta el corazón y da sentido a la vida con el amor; que alimenta a las personas que la componen y permite recuperar fuerzas para el camino difícil de una vida desafiante.
Pero los vientos tempestuosos y las aguas torrenciales están apagando el fuego del hogar. Una parte significativa de la sociedad y hasta las mismas autoridades se han dado a la tarea de echarle agua al fuego hogareño para impedir que la luz disipe las tinieblas y el calor llegue a cada una de las personas que integran el hogar.
Vientos huracanados están queriendo apagar el fogón familiar: dando rienda suelta al mercado del sexo, relativizando el valor del matrimonio, promoviendo el divorcio y hasta concibiendo la macabra idea de controlar por ley la tasa de nacimiento en cada familia, al estilo chino. China está de moda no sólo en el aspecto diplomático y comercial, sino también en proyectos estúpidos y dictatoriales como ese que también otros países quieren imitar.
Por otro lado la Ideología de Género, perversa y coquetona, hace rato que abrió las mangueras para sofocar el fuego del amor familiar y apagar el fogón. Sus objetivos primeros son la escuela y el Congreso para encauzar leyes a su favor y contra la vida intrauterina, el matrimonio y la familia.
De ahí la necesidad de defender con uñas y dientes el artículo 37 y 55 de la Constitución de nuestra República. A estos artículos no les han dado una patada porque gran parte del país se ha constituido en forma espontánea en Observatorio 37-55.
El fogón de la familia, donde nace la vida, no puede apagarse. La lucha por la libertad y la soberanía hoy gira en torno a estos dos artículos que garantizan que el fogón de la vida y la familia no se apague.