Se nos van los amigos
Hace unos años, me propuse no escribir más sobre la muerte de un amigo, porque al hacerlo sentía que multiplicaba el pesar y que, por tanto, era mejor rememorar la vida, esa bendición inigualable que Dios nos da.
Pero no he podido evitar la tristeza que he sentido en estos últimos días por la partida de varios amigos, lo que me deja un vacío y el peso de la realidad de que nos estamos yendo.
José Rafael Yunén y Mario Cabrera, médico y empresario, eran dos viejos amigos de rondas de amenas y prolongadas conversaciones, provechosas para recordar tiempos y amigos, analizar el día a día del país, mirar hacia un futuro que siempre veíamos cercano. Esos mediodías de miércoles en el Boga, entre los esperados aguacates de Tony Martínez, las ocurrencias de don Tato, las novedades de Ricky, eran el entorno perfecto para un encuentro de amigos. José Rafael siempre perspicaz, con una anécdota, el último chiste a flor de labio. Mario, agudo, certero, con su tradicional buen ánimo y sin desdoblar nunca su porte de caballero bien puesto, quien no hacía, nunca, galas de opulencia económica o de estirpe, que tenía de sobra. Pero se nos fueron. El fallecimiento de César me impactó, porque aunque no fue una noticia inesperada, siempre se alberga la esperanza de que ese momento nunca llegará o que la vida se irá prolongando en el tiempo. Recuerdo un César frontal, discutidor, defensor de sus posiciones, agudo en el ejercicio del periodismo y con un perfil, desde jovencito, de que llegaría lejos en esta dificil pero apasionante profesión que abrazamos. Nos conocimos siendo reporteros, yo en El Caribe, de El Conde, y él en el Última Hora, de la 19 de Marzo. Hicimos empatía. Crecimos juntos en el reporterismo cotidiano, rodeado de los mejores, cuando el periodismo era romántico y ‘perfecto’. Cuando la Amistad era un don sin reclamos.
Rafael Santana, con una formación profesional desplegada en los programas de desarrollo de los clubes barriales, hizo carrera en el periodismo de las redacciones de medios de comunicación ganando una experiencia que desarrolló en favor de la difícil lucha contra las drogas en el país. Luchador por el fortalecimiento, del primer sindicato y luego colegio de periodistas, estuvo siempre presto a ayudar a cualquier colega a la solución de alguna dificultad. Pero se nos fueron. Siento satisfacción por haber conocido, convivido parte de estos 68 años que tengo encima y que ya peinan canas, con amigos como José Rafael, Mario, César y Rafael, a quienes, simplemente, hoy les recuerdo con lo que sé hacer, escribir estas líneas, con una taza de café y una flor a mi lado.