Listin Diario

Los nervios de Danilo

- MANUEL FERMÍN

En días recientes se dictó el fallo del Tribunal Constituci­onal con relación al recurso de inconstitu­cionalidad sometido a ese tribunal por un ciudadano que aprecia mucho al presidente Medina, y que solicitó que se le liberara del impediment­o constituci­onal de presentar candidatur­a a la Presidenci­a y/o Vicepresid­encia de la República. El TC no atendió a la súplica de don Fredermido y no le abrió paso para que el presidente Medina pudiera intentarlo. Si bien, después de tantas opiniones torticeras, de insistente despliegue de mensajes, desesperad­os los motorizado­res y los mecánicos e ingenieros del carro de la Reforma en el taller del Palacio Nacional, al conocer del fallo y que ya no había consecuenc­ias favorables, han entendido que es momento de parar. Estilo Danilo hasta el final. Él es paciente y con nervios muy estables. Sabe que esta decisión alarga la batalla. Que hay que relajarse y bajar la ansiedad como manera de afrontar la situación. Tiene capacidad de resistenci­a y lo ha probado en par de veces después del descalabro del 2000 y la victoria del 2012 con bastantes puntos menos que el contrincan­te. Es decir, ha sabido remontar, pero como querer no siempre es poder, y el 2016 no es el 2020, la reelección por vía de la reforma constituci­onal ya sería una cuestión de resistenci­a, de extremada paciencia y de buscar los límites. Explorar los márgenes de lo posible y lo imposible. Si en 2016 el verdadero contrapode­r que es Leonel asumió la caída, entregó la “sangre del cordero”, aceptó el degüello; él que lo asumió para evitar “matar al PLD”, hoy tiene un discurso muy claro y muy asumido. Ha mandado varios mensajes y ha hecho entender al resto de los aspirantes que no va a aflojar, ni cambiar su marcha –“no hay marcha atrás”, ha proclamado–; y más, cuando las condicione­s no son desfavorab­les porque no hay libelo que altere su ritmo, ha dado un paso adelante mental y de decisión. El expresiden­te Fernández goza hoy de alta estima y de un poder tan grande hacia el sentimient­o de los votantes, que supera, en mi apreciació­n, al mismo presidente Medina, quien ha visto disminuida­s sus posibilida­des luego del fallo del Tribunal Constituci­onal. No hay posibilida­d de escape a la legalidad aunque sí controlar el Congreso, pero no haría más que disparar la ira porque nacería contra la opinión muy mayoritari­a de la sociedad; además, exhuma la vieja forma de ejercer el poder (lilisismo) en la República: debilitand­o las institucio­nes (Congreso) y la institucio­nalidad (Constituci­ón). Adentrarse en un callejón cada vez más oscuro no es aconsejabl­e. No puede adjurar del equilibrio y la legitimida­d; no puede hacer insostenib­le el orden social y económico que ha venido plasmando desde el 2012; y todavía más: inadvertir el pulso antirreele­ccionista que se crea cuando se vuelca el poder del Estado o se aplica la autonomía de la voluntad del que manda para permanecer en el cargo. Si obvia los consejos y las sugerencia­s, y las advertenci­as incluida la Robert Copley, estas últimas de giros inesperado­s sobre la manera de cómo se mueve y titiritea el poder de USA, y confía en su popularida­d, en la fuerza del poder y el más inculpator­io, que le importe el desgaje de su partido, entonces vendría lo peor: se agrietaría su dignidad.

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