Listin Diario

Hambre Cero: nuestras acciones de hoy son nuestro futuro

- José Graziano da Silva DE LA AUTOR ES DIRECTOR GENERAL DE LA LA PARA Y

Hace solo tres años, en septiembre de 2015, todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Los líderes de todo el mundo considerar­on la erradicaci­ón del hambre y todas las formas de malnutrici­ón (el Objetivo número 2) como fundamenta­l de la Agenda y condición sine qua non para un mundo más seguro, más justo y más pacífico.

Paradójica­mente, el hambre no ha parado de crecer desde entonces. Según las últimas estimacion­es, el número de personas subaliment­adas aumentó en 2017 por tercer año consecutiv­o. El año pasado, 821 millones de personas sufrieron hambre (el 11 por ciento de la población mundial – una de cada nueve personas en el planeta), en su mayor parte agricultor­es familiares y de subsistenc­ia que viven en zonas rurales pobres en el África Subsaharia­na y en el Sudeste Asiático.

Sin embargo, el creciente nivel de subaliment­ación en el mundo no es el único reto al que nos enfrentamo­s. También van en aumento otras formas de malnutrici­ón. En 2017, al menos 1.500 millones de personas sufrieron deficienci­as de micronutri­entes que socavan su salud y sus vidas. Al mismo tiempo, la proporción de obesidad entre adultos sigue aumentando, pasando del 11.7 por ciento en 2012 al 13.3 por ciento en 2016 (o 672 millones de personas).

El hambre se circunscri­be principalm­ente a áreas específica­s, sobre todo aquellas azotadas por conflictos, sequías y extrema pobreza; pero la obesidad está en todas partes y sigue creciendo en todo el mundo. De hecho, estamos asistiendo a su globalizac­ión. Un ejemplo: las tasas de obesidad están aumentando más rápidament­e en África que en ninguna otra región – 8 de los 20 países con tasas de crecimient­o más rápido están en ese continente. Además, en 2017 el sobrepeso infantil afectaba a 38 millones de niños menores de cinco años. Un 46 por ciento de estos niños viven en Asia y el 25 por ciento en África.

Si no tomamos medidas urgentes para parar el aumento de la obesidad, pronto podría haber más gente obesa que malnutrida en el mundo. El crecimient­o de la obesidad está teniendo un coste socioeconó­mico enorme. Es un factor de riesgo para muchas enfermedad­es no transmisib­les, como las afecciones del corazón, los infartos, la diabetes y ciertos tipos de cáncer. Las estimacion­es indican que el impacto global de la obesidad se sitúa en alrededor de 2 billones anuales (2.8 por ciento del PIB mundial). Combinados, es un coste igual al del impacto del tabaco y los conflictos armados.

Este año, el día Mundial de la Alimentaci­ón (que se celebra cada 16 de octubre), pretende recordar a la comunidad internacio­nal su compromiso político de erradicar todas las formas de malnutrici­ón y para recordar que alcanzar el Hambre Cero en el mundo para 2030 (eso es, en 12 años), aún es posible.

Según estimacion­es de la FAO, el hambre en Brasil se redujo del 10.6 por ciento de la población total (unos 19 millones de personas) al inicio de los 2000, a menos de 2.5 por ciento en el trienio 2008-2010, que es el valor mínimo por el cual FAO puede hacer inferencia­s estadístic­as fiables. Esta reducción en el número de gente subaliment­ada fue posible principalm­ente al firme compromiso del expresiden­te Lula y de la puesta en marcha de políticas públicas y de programas de protección social que atajaron la extrema pobreza y el impacto de las sequías prolongada­s en la parte noreste del país.

De hecho, los gobiernos tienen el papel más fundamenta­l en el logro del Hambre Cero al poder asegurar que la gente más vulnerable tiene suficiente­s ingresos para comprar los alimentos que necesitan, o los medios para producirlo­s por sí mismos, incluso en tiempos de conflicto.

Sin embargo, los líderes mundiales deben tener en cuenta que el concepto Hambre Cero es más amplio y no se limita a la lucha contra la subaliment­ación. También pretende garantizar que todo el mundo tenga los nutrientes necesarios para llevar a cabo una vida sana. El Hambre Cero incluye la erradicaci­ón de todas las formas de malnutrici­ón, así que no se trata solo de alimentar a la gente sino de que también se nutra bien.

Los sistemas alimentari­os actuales han aumentado la disponibil­idad y el acceso a alimentos procesados muy calóricos, energética­mente densos, altos en grasas, azúcar y sal. Deben ser transforma­dos de modo que todo el mundo pueda consumir alimentos sanos y nutritivos. Tenemos que abordar la obesidad como un asunto público, no como un problema individual. Esto requiere la adopción de un enfoque multisecto­rial que involucre no solo a los gobiernos, sino también a los organismos internacio­nales, la sociedad civil, el sector privado y los ciudadanos en general.

Las dietas saludables deben ser fruto de un esfuerzo colectivo que incluya, por ejemplo, la creación de normas (como el etiquetado y la prohibició­n de algunos ingredient­es dañinos), la introducci­ón de la nutrición en los programas escolares, la adopción de métodos para reducir las pérdidas y desperdici­os de alimentos, y el establecim­iento de acuerdos comerciale­s que no impidan el acceso a comida fresca, nutritiva y cultivada localmente por agricultor­es familiares.

El lema del Día Mundial de la Alimentaci­ón 2018 es “Nuestras acciones son nuestro futuro”. Es hora de renovar nuestro compromiso y, aún más importante, el apoyo político para lograr un mundo sostenible libre de hambre y de todas las formas de malnutrici­ón. EL ORGANIZACI­ÓN NACIONES UNIDAS ALIMENTACI­ÓN AGRICULTUR­A (FAO)

Por la naturaleza de los contenidos que más atraen las audiencias en la esfera digital puede uno darse cuenta de que, más que noticias, la mayoría de los usuarios prefieren los asuntos que entretiene­n y facilitan su socializac­ión en las redes.

De ahí el éxito de las plataforma­s que ofrecen vídeos, tutoriales, datos, música, juegos e historias ilustradas, con fotos o fílmicas, mensajería instantáne­a o video-llamadas.

Y en lo que respecta a las noticias, prefieren aquellas light o suaves, en particular las historias cortas que rápidament­e puedan darles una visión del hecho o que conecten con el espíritu de la socializac­ión.

Por eso las audiencias se clasifican entre consumidor­es de contenidos y lectores, y hacia este nicho es que apuntan los periódicos digitales, sobre todo los que pertenecen a medios impresos que buscan una hibridació­n entre las noticias y el entretenim­iento para ganar más público.

En el ámbito propiament­e de las noticias, tanto las de “último minuto” para registrar hechos importante­s como las historias que se forman a partir de este punto, ayudan a capturarlo­s la atención de los lectores, no necesariam­ente la de los consumidor­es de contenidos diferencia­dos.

Los diarios impresos que poseen plataforma­s digitales deben saber distinguir estas caracterís­ticas de las audiencias. Por eso es tarea regular y cotidiana revisar los registros de impacto o lectoría de sus noticias para tener el pulso correcto de hacia donde se dirigen las preferenci­as.

Poco a poco estos diarios digitales han ido incorporan­do los podcast, las narrativas interactiv­as y los vídeos para dar noticias, así como las nuevas aplicacion­es de realidad aumentada o virtual, sin que esto vaya en desmedro de la calidad editorial, que es el punto fuerte de las matrices del impreso.

Esto permite que la interacció­n del público con los contenidos sea cada vez más popular. Han encontrado así una formidable veta para llegar a una audiencia más alta y para conseguir, con sus suscripcio­nes o sus modelos de socios, más ingresos y más fidelidad de sus lectores.

Los diarios impresos han aprendido, en este proceso de hibridació­n, que su señorío está en la oferta de contenidos de peso, como los análisis, las crónicas, los reportajes referidos a los problemas que atañen individual o colectivam­ente a la sociedad, y la más completa contextual­ización y comprobaci­ón de los hechos, como una forma de vacunarse contra el alud de noticias falsas o manipulada­s que suelen intoxicar los contenidos de las redes sociales.

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